AMLO y la obsesión de sus adversarios
Después de un mes de campaña y a poco más de 50 días de la jornada electoral, Andrés Manuel López Obrador, candidato presidencial de la Coalición Juntos Haremos Historia, se ha convertido en la obsesión de sus adversarios políticos, pero no han logrado mermar en lo más mínimo sus intenciones de voto, alrededor de 48 por ciento, de acuerdo con encuestas, promedios de encuestas y proyecciones. Pero no solo son las encuestas y los análisis de especialistas, lo que existe en las calles es una verdadera insurrección civil y pacífica. Plazas llenas, cientos, quizás miles de personas que en sus actos intentan tocarlo, tomarse una foto con él, entregarle alguna petición. Andrés Manuel López Obrador es, sin duda, el dirigente político y social más importante y con mayor carisma de estas casi dos décadas del siglo XXI en México.
Los ataques en redes sociales y en spots de radio y televisión en su contra, miles con las mismas frases y las mismas imágenes en su contra, han producido el efecto contrario al que esperaban sus patrocinadores. Para Ricardo Anaya, José Antonio Meade, Margarita Zavala, Jaime Rodríguez y sus voceros, López Obrador se ha vuelto una obsesión. En el debate, entrevistas, programas de opinión que organizan varios medios de comunicación nacionales, dedican mucho más tiempo a atacar al candidato de Juntos Haremos Historia que a sus propuestas. Todos estos ataques no le han quitado intenciones de voto, por el contrario, han galvanizado sus apoyos.
El voto duro de López Obrador se ha vuelto un voto militante y movilizado. Bien harían los otros candidatos en preocuparse más por hacer campaña, recorrer el país y hacer propuestas, que en estar denostando a López Obrador, quizá así les iría un poco mejor o elevarían sus intenciones de voto en algunos puntos porcentuales.
¿Por qué ya no resulta la estrategia del miedo, la denostación pública o la difamación? En primer lugar, porque se trata de los argumentos que desde hace 12 años han esgrimido en su contra, solo que actualizados a las formas y métodos que permiten los nuevos recursos tecnológicos. Segundo, porque si son anónimos, nadie da crédito a dichos planteamientos, o bien, porque los personajes que lo dicen carecen de credibilidad en la sociedad. Tercero, por las redes sociales, que como el propio López Obrador lo ha dicho, “son una bendición”, porque nos permiten contestar los ataques y aclarar la información.
Por supuesto que no se debe aflojar el paso. La estrategia debe mantenerse para lograr un voto cohesionado para las cámaras del Congreso de la Unión y en los procesos locales. En algunos de ellos, la desesperación de los grupos políticos que los controlan ha llegado a actos desesperados. La guerra sucia seguirá hasta el último minuto de la contienda, pero también es el momento de empezar a ser conscientes de una realidad cada vez más evidente: el presidente Peña Nieto entregará un país en ruinas, con graves problemas económicos, de seguridad y de malestar social. La única manera de enfrentar esta situación que se avecina es con un gobierno con propuestas claras y con el amplio respaldo de la sociedad. M Candidato al gobierno de Puebla
El voto duro de López Obrador se ha vuelto un voto militante y movilizado; bien harían los otros candidatos en preocuparse más por hacer campaña propuestas