Daniel Ortega acepta asesoría de CIDH y ONU
El gobierno de Nicaragua se declaró listo para iniciar un diálogo nacional con la sociedad civil y mediación de la Iglesia católica, informó la vicepresidenta y primera dama, Rosario Murillo. En declaraciones a medios oficiales, Murillo dijo que solo esperan el llamado de los obispos de la Conferencia Episcopal, que servirán de mediadores y testigos.
La esposa del presidente Daniel Ortega, cuya salida del poder exigen distintos sectores en manifestaciones callejeras desde hace tres semanas, agradeció el papel de la cúpula católica frente al conflicto.
Murillo, a la vez única vocera presidencial, habló un día después de una gran manifestación antigubernamental en Managua, la tercera desde que estalló la crisis el 17 de abril.
El conflicto empezó con una protesta estudiantil contra una reforma al Seguro Social, que aumentaba los aportes de trabajadores y empresas, pero derivó pronto en choques callejeros en varias ciudades del país tras la violenta respuesta de la Policía y de fuerzas paramilitares sobre los manifestantes con saldo de diez muertos según el gobierno y 59 fallecidos y 400 heridos, 178 por bala, según la no oficial Comisión Permanente de Derechos Humanos.
Mientras, una Comisión de la Verdad formada por el Parlamento (dominado por el gobernante Frente Sandinista) anunció que aceptará la “asesoría técnica y legal” de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) y de la Relatoría de Derechos Humanos de la ONU en sus indagaciones.
Los cinco miembros de la comisión oficialista se quejaron de que existe “falta de confianza” en su labor y culparon a los medios de prensa.
En tanto, un nuevo movimiento cívico de mujeres denominado “Madres de abril”, integrado entre ellas por la conocida poeta y teóloga Michele Najlis, anunció su respaldo a las familias de estudiantes muertos.
El movimiento convocó ayer a su un primer “plantón” pacífico en una glorieta de Managua, en una transitada zona capitalina, y seguirá reuniéndose ahí cada jueves vestidas de negro y con pañuelos blancos en la cabeza, como las argentinas Madres y Abuelas de Plaza de Mayo, que desde 1977 reclaman por sus hijos y nietos desaparecidos por la dictadura militar (1976-1983). m