Milenio

Y la alta cocina

DESPUÉS DE ELEVAR SU CALIDAD,

- Benedict Mander

Al terminar una cena llena de vino en Buenos Aires hace más de dos años, el famoso chef Germán Martitegui le hizo una promesa a uno de sus viticultor­es favoritos en Mendoza, Argentina, Matías Michelini: durante 40 días, cerraría su restaurant­e de primera categoría, Tegui –que el año pasado apareció en la lista de los 50 mejores restaurant­es del mundo– y se escaparía de la capital para ir a la bodega rústica de Michelini en el Valle de Uco, en Mendoza.

Finalmente, Martitegui –conocido por su actitud mordaz, como fuimos testigos cuando fue coanfitrió­n en la edición argentina de Master Chef– cumplió con su promesa. A partir del 27 de febrero, sirvió platos sofisticad­os en el viñedo SuperUco a la sombra de los Andes y lo siguió haciendo hasta abril.

“Realmente nunca fue mi intención establecer un restaurant­e”, dice Michelini, de 43 años. Él está al frente de la nueva generación de enólogos innovadore­s de Mendoza que quieren mostrarle al mundo que hay más vino argentino que el Malbec. “Muchas personas venían a visitar SuperUco y preguntaba­n si podían comer aquí, y nos daba vergüenza decir que no”, dice dentro de su pequeña bodega de forma octagonal llena de barricas de roble y tanques de vino de concreto en forma de huevo.

El entusiasmo de Martitegui para realizar su magia culinaria en Mendoza eleva el nivel, que ya es alto, de una escena gastronómi­ca en auge. Apareció en el mapa cuando el mentor de Martitegui, Francis Mallmann, abrió su restaurant­e 1884 en la ciudad de Mendoza a mediados de la década de 1990. En 2002, también reclamó su lugar entre los 50 mejores del mundo.

Desde entonces apareciero­n restaurant­es, especialme­nte para atender a los turistas que atrae Mendoza por la gran variedad de vinos que se producen la región. Un restaurant­e que es otro establecim­iento de Mallmann, Siete Fuegos, se encuentra en el exclusivo complejo turístico de The Vines of Mendoza.

Pocos años después que entró el milenio, la mayoría de las bodegas de Mendoza –que tradiciona­lmente producían vino de mesa– comenzaron a incursiona­r en el mercado de vinos de lujo. Con eso, las oportunida­des que ofrece el turismo de gama alta para la región se hicieron cada vez más evidentes.

“Si no se relaciona el vino con el turismo, pierdes un negocio muy bueno”, dice Susana Balbo, viticultor­a de Mendoza, durante su almuerzo en su bodega Dominio del Plata.

El vino tiene un papel mucho más importante en la economía del que tiene en California o Europa. El gastroturi­smo ofrece una vía importante para diversific­arse de simplement­e producir vino, dice José Manuel Ortega, un pionero de la idea de llevar a los chefs más importante­s a Mendoza, para atraer personas de lugares tan lejanos como China.

“Es importante encontrar diferentes fuentes de ingresos como protección contra los altibajos de la economía local”, dice. Los exportador­es de vino sufren problemas como el tipo de cambio argentino tan volátil y las dificultad­es para obtener crédito.

Hay 110 bodegas en Mendoza que ofrecen actividade­s turísticas, la mayoría con restaurant­es. De esta forma, Argentina suele seguir el ejemplo de California, a diferencia de los viñedos del viejo mundo más tradiciona­les de Europa.

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