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Stephen Piscotty y Chad Bettis son dos de los múltiples peloteros que han pasado por un reto gigante en su vida personal, el cual no pudo detenerlos
El martes por la noche, en la segunda entrada, Stephen Piscotty le prendió un pitcheo a Eduardo Rodríguez y lo mandó arriba del Monstruo Verde. Al ir corriendo las bases, su actitud era seria, pero al acercarse al plato cambió. Se llevó la mano al pecho, cerca del corazón, pisando el plato volteó hacia el cielo, llegó al dugout donde fue felicitado efusivamente por sus compañeros y después se mantuvo sonriente.
El pelotero de los Atléticos de Oakland ha vivido una montaña rusa de emociones, ya que el domingo, el Día de las Madres en los Estados Unidos, su mamá murió tras padecer la enfermedad conocida como Lou Gehring, se ausentó el lunes y el martes volvió al diamante, donde se presentó con ese cuadrangular, el tercero para él en la temporada.
“Fue muy bueno volver al campo con mis compañeros, fue un fin de semana largo, días de muchas lágrimas. El jonrón obviamente fue un momento muy especial, se sintió muy bien”, dijo Piscotty al terminar el juego. “El estar corriendo las bases fue un momento muy emocional, se me querían salir las lágrimas. Cuando pasé tercera base estaba pensando en mi mamá”.
Stephen es uno de los múltiples peloteros que viviendo el sueño de ser ligamayoristas, fuera de los campos, pasan por momentos más duros y fuertes que lo que significa pararse a batear o lanzar desde el centro del diamante. La muerte o la enfermedad de un familiar cercano o la ausencia para tratarse alguna enfermedad no relacionada con la actividad que desempeñan, son los dos casos más comunes por los que los peloteros ligamayoristas reciben una licencia para ausentarse, con lo que los colocan en la lista conocida como Bereavement List (licencia por duelo).
El fallecimiento de un familiar cercano es parte de los retos que enfrenta cualquier pelotero pero hay casos que resultan mucho más cercanos, sobre todo aquellos en los que involucra la salud del jugador. Son varios los ejemplos en los que se tiene que dar la ausencia forzada por padecer alguna enfermedad que requiere de un tratamiento especial.
El pitcher Chad Bettis subirá a la loma este jueves justo para celebrar un año de su nueva vida, ya que el 17 de mayo de 2017 fue el primer día después de que terminó las quimioterapias a las que se tuvo que someter tras padecer cáncer de testículos.
Bettis formó parte de la rotación abridora de los Rockies de Colorado en 2016 pero a principios de diciembre fue cuando se le diagnosticó el cáncer. Se sometió a una operación para removerle el testículo pero después informó que la enfermedad se había extendido y tuvo que pasar por quimioterapias. El 16 de mayo de 2017 tuvo su último tratamiento, el 14 de agosto de volvió a abrir en las Grandes Ligas (frente a Atlanta, lanzando siete entradas en blanco, con dos ponches y seis hits) y actualmente sigue formando parte del staff de Colorado.
La experiencia que enfrentó y superó Bettis terminó siendo reconocida. En diciembre del año pasado recibió el premio Tony Conigliaro, que anualmente se le da al jugador ligamayorista que logra superar obstáculos y adversidades en las que “se pone a prueba el espíritu, la determinación y el coraje, que fueron características que mostró Conigliaro.
Además de mantenerse en el campo jugando a un alto nivel, Bettis ha usado su experiencia para crear conciencia sobre el cáncer testicular o enfermedades similares, y así ha ayudado a los que se han acercado a él para hablar de este tema.
Hace unos días, recibió un mensaje por Twitter de un aficionado de 16 años de edad de los Nacionales de Washington, quien le comentó que su hermano mayor sufría de la misma enfermedad. El pelotero no se quedó con los brazos cruzados y organizó una llamada telefónica que duró media hora con el joven y su papá para platicar sobre lo que se van a encontrar en esta experiencia.
Algunos peloteros que han pasado por tratamientos por padecer cáncer, se han recuperado y han vuelto a jugar son Anthony Rizzo, Jon Lester, Derek Lowe y Mark Loretta.