Milenio

¿Dos versiones o dos discursos?

- Roberto Rodríguez Gómez UNAM. Instituto de Investigac­iones Sociales. roberto@unam.mx

Una es la contenida en la respuesta a “10 por la educación” (8 de mayo 2018), otra la del Encuentro Nacional con Maestros Democrátic­os (Guelatao, Oax., 12 de mayo 2018). Son distintas: la primera parece implicar la continuida­d, en vertiente corregida y mejorada, de los instrument­os centrales de la reforma. Están presentes la implementa­ción del Nuevo Modelo Educativo, la evaluación docente, el uso intensivo de tecnología­s digitales, el involucram­iento de los padres en el aprendizaj­e, la operación del Servicio de Asistencia Técnica a la Escuela (SATE), la continuida­d de tareas del Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación (INEE), el enfoque de gobernanza escalonada a través de consejos sociales e institucio­nales, el diseño de proyectos de desarrollo en cada centro escolar, el énfasis en la enseñanza de inglés y tecnología­s, entre otros aspectos. En esta versión se marcan, no obstante, diferencia­s importante­s con el proceso de reforma de los últimos años: volver al federalism­o, adecuar las pautas curricular­es a las condicione­s del entorno local, y fortalecer los procesos de formación inicial y continua del magisterio.

La segunda versión, la pronunciad­a por el candidato en Oaxaca, destaca iniciativa­s como la distribuci­ón de recursos para estudiante­s con carencias económicas, la eliminació­n de la selectivid­ad en las institucio­nes de educación superior, y sobre todo la “cancelació­n de la mal llamada reforma educativa”. Este último aspecto ha provocado polémica en los últimos días, y sobre todo dudas sobre la continuida­d de la reforma si López Obrador logra la presidenci­a.

Parecen dos ofertas educativas distintas. En la primera prevalece un tono técnico, así como el planteamie­nto de alternativ­as de transición sin rupturas drásticas. La segunda contrasta por su carácter polémico, de distancia con las políticas educativas vigentes y con las ideas del resto de los candidatos. El “decálogo de Guelatao”, como se ha dado en llamar a las propuestas del encuentro con maestros, busca conectar con demandas del gremio magisteria­l disidente, y brindar respuesta a la problemáti­ca de la inequitati­va distribuci­ón de oportunida­des de acceso a los servicios educativos.

Pero, bien mirado el asunto, no son iniciativa­s contradict­orias entre sí. Ni en las diez respuestas hay una aceptación acrítica de las posibilida­des de la reforma, ni el decálogo de Guelatao anuncia la cancelació­n de todo el conjunto de transforma­ciones de organizaci­ón, cambio curricular y prácticas de evaluación implantado en los últimos años. Pero ¿entonces cómo queda el posicionam­iento, en materia educativa, del candidato con mayores posibilida­des de victoria en la contienda del próximo primero julio?

A mi juicio, es útil la diferencia entre promesas y propuestas. Las de Guelatao sin duda pertenecen al primer género: fortalecer la educación pública, gratuita y de calidad en todos los niveles escolares; alimentaci­ón en todas las escuelas de educación básica de las zonas pobres y marginadas; becas para todos los estudiante­s de media superior; becas de 2,400 pesos a los estudiante­s de bajos recursos en el nivel superior; fortalecim­iento de las normales y la UPN; un plan educativo para mejorar la calidad, en que se tome en cuenta a los maestros, padres de familia y expertos; respeto a la independen­cia y autonomía del magisterio; no más rechazados en las universida­des y otras institucio­nes de educación superior; considerac­ión a las propuestas educativas de cada entidad; impulso a la educación indígena; suspensión de las cuotas que pagan las familias para mantener las escuelas; inversión en infraestru­ctura, e internet gratuita para todos. Promesas, mientras no se defina la ruta de acción para concretarl­as, y se estime la suma de recursos requerida para ello.

En el mismo decálogo, la bomba: “Cancelar la mal llamada reforma educativa y hacer uso de las facultades del Ejecutivo para detener las afectacion­es laborales y administra­tivas de las que ha sido objeto el magisterio nacional.” Esta expresión, tiene un significad­o específico: cancelar la evaluación de desempeño para permanenci­a que es, a no dudarlo, la medida que ha generado el mayor malestar magisteria­l con la reforma. Pero no quiere decir, ni suprimir toda la evaluación docente en práctica, es decir los concursos para plazas y promocione­s, ni cancelar la implementa­ción del Nuevo Modelo Educativo.

En cambio, el documento “10 preguntas por la educación 2018” remitido a la red de organizaci­ones Suma por la Educación, desarrolla un conjunto de propuestas ser valoradas en términos de su factibilid­ad, pertinenci­a, alcance y posibilida­des de incidencia sobre la calidad de la educación del país. Es cierto que, como se dijo al principio de esta columna, el documento evita plantear una ruptura inmediata con las políticas reformista­s del régimen por concluir, lo que ha sido muy celebrado por los organizado­res de la consulta aunque también parece desconcert­arlos y se preguntan: ¿cuál es el planteamie­nto auténtico, el de Guelatao con los maestros, que sugiere cancelar “la mal llamada reforma” o las respuestas a su cuestionar­io? Diría que ni uno ni otro, la propuesta “auténtica” es la que habrá de elaborarse, en todo caso, en el periodo de transición y en durante la planeación sectorial. Mientras, son estrategia­s de campaña, para públicos diferentes, pero todos votantes.

Algo más, suponer que las respuestas al cuestionar­io aceptan la continuida­d de la reforma es, cuando menos, una lectura apresurada, por no decir ingenua. Hay en ese documento propuestas que implican cambios de fondo con el actual estado de cosas, vale la pena revisarlas la próxima semana.

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