Deseos para Harry y Meghan
Hay que admitir que hasta para aquellos a los que la realeza nos parece anacrónica y definitivamente alejada de nuestras vidas, esta es una historia muy interesante. Sí, me preocupa que surja otra generación de niñitas que sueñen con ser princesas y cuyo único sueño sea encontrar a aquel hombre que llegue a rescatarlas. Pero esta no es una historia de Disney, es la vida real y así como le he preguntado a uno que otro en la política “¿qué te haría desear dedicarte a esto?”, lo mismo le preguntaría a la encantadora Meghan, a quien he seguido de cerca en la serie de televisión Suits y quien siempre ha interpretado a una mujer fuerte y con claras convicciones.
El amor es el amor. Eso lo entiendo, pero creo que cualquiera que creció sabiendo historias como las de Ana Bolena o Diana de Gales sabe que los caminos de la vida real, como dirían aquellos, no son lo que ellas pensaban.
Meghan representa muchas cosas que caen bien en estos tiempos. Por supuesto, hablar de la “modernidad” por el hecho de que la reina acepte a una mulata estadunidense divorciada en su familia es todo un tema, pero, sin duda, habla de una capacidad de aprendizaje admirable. Al final de cuentas, de no ser por otra estadunidense divorciada de apellido Simpson, la sucesión real sería otra y no estaríamos hablando de esto. Y quizá por no ser por la indiscutible persistencia del príncipe Carlos, Camila tampoco saldría en las fotos, mucho menos al lado de los príncipes después de la trágica muerte de Diana. Sí, las cosas han cambiado.
¿En qué nos afecta todo esto? Siempre había pensado que en nada, pero hay algo que decir a favor de dejar atrás ciertas tradiciones que implicaban muchos de los peores vicios del pasado de cualquiera. Entre ellas, el racismo. Si bien es cierto que es casi imposible que la descendencia de Ha- rry y Meghan llegara al trono, el hecho es que la plebeya mulata y…. ¡oh Dios! actriz, ya es parte de la historia de uno de los imperios más interesantes, conquistadores, brillantes, crueles, autoindulgentes, cultos y tradicionalistas de la historia.
Respecto al divorcio, nomás faltaba que a estas alturas eso importara. La reina es la encarnación suprema de su iglesia en la tierra, iglesia que nació a fin de cuentas porque Enrique VIII se quería divorciar.
Voy a extrañar a Rachel (el personaje de Meghan) en Suits. Me gustan mucho más las historias de abogados que los chismes de alta sociedad, aunque confieso que de un tiempo para acá, con series como The Crown o incluso la segunda vuelta de Los Tudor, mi interés ha sido cautivado más que nunca. No somos más que humanos, solo que a algunos se les atribuyen tratos de seres supremos. Suerte a Meghan que sabe de fama a un nivel razonable. Espero que los últimos meses la hayan preparado para la locura colectiva y el control de vida que le espera. Espero realmente que valga la pena. La vez que la entrevistamos brevemente por la serie parecía una persona con los pies muy en la tierra.