Milenio

“Cuando me vaya, recuerden ser buenos y amar a la UNAM”

- A LOS 91 AÑOS FALLECE EL FILÓSOFO FEDERICO ÁLVAREZ ARREGUI Jesús Alejo Santiago/ México

Tengo 86 años. Me imagino a mí mismo esperando tranquilo la muerte. Es una imagen que me satisface, que acaricio a mi gusto; me veo más o menos lúcido, sereno, sin grandes dolores. Sé que todavía me quedan algunos minutos, acaso algunas horas. Estoy en casa, en mi cama, tal vez sentado en un sillón. Pero es como un fusilamien­to. Miro fijamente la boca de los fusiles”. Ese texto le pertenece a Federico Álvarez Arregui, quien lo escribió en el libro Una vida. Infancia y juventud (2013). Tres años más tarde, ya muy cerca de los 90 años de edad, en la Sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes, pronunció otras palabras que bien podrían servir como su epitafio: “Cuando yo me vaya, con más de 90 años, recordad que he dicho esto: sed buenos, nobles y quered a la facultad”. Se refería, por supuesto, a la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM.

La mañana de ayer falleció, a los 91 años de edad, el filósofo, después de luchar durante casi 15 años contra un cáncer que terminó por vencerlo. “Era un hombre contradict­orio: al mismo tiempo que era humilde, era excesivame­nte orgulloso. Eso mismo hizo que se prodigara en la docencia y se resistía mucho a escribir su propia obra”, recordó Jaime Labastida, quien compartió con Álvarez años de amistad en la academia y en Siglo XXI Editores. “Para publicar Larespuest­a imposible”, prosigue el poeta, “tardé muchos meses en obligarlo a escribir y casi en arrancárse­lo de las manos; considerab­a que si colgaba en su casa su título universita­rio era una muestra de vanidad. Se prodigaba en la amistad, en la conversaci­ón con los amigos, en la docencia, pero se resistía a escribir su propia obra”.

Álvarez Arregui nació en San Sebastián, España, en 1927; a los

“Siempre fue pródigo en la amistad, en la conversaci­ón y en la docencia”: Labastida

13 años salió al exilio a Cuba, a causa de la Guerra Civil de España, y fue hasta 1947 cuando arribó a México. Quiso estudiar ingeniería, pero se decantó por la filosofía.

Tras titularse, regresó a Cuba para impartir clases como profesor en la Universida­d de La Habana, donde se mantuvo por casi cinco años. En 1971 viajó a España, donde lo nombraron director del Fondo de Cultura Económica; en 1982 volvió a México, a la UNAM.

Durante el homenaje que se le rindió en Bellas Artes, en 2016, Federico Álvarez reconoció que si bien la vida le había deparado múltiples satisfacci­ones, también hubo desazones, en especial por haber viajado tanto de un lugar a otro. Hubiese preferido “quedarse en su tierra, que es México, y en su casa: la UNAM”. Aquí, segurament­e, se quedará. m

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Durante el homenaje que se le rindió en 2016 en Bellas Artes.

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