LA PAREJA SE CASA EN EL CASTILLO DE WINDSOR Sellan Enrique y Meghan historia de amor real
Los matrimonios de la nobleza rescatan arquetipos universales y el triunfo del amor, además evidencian la evasión de los problemas en el mundo
La boda real de hoy, entre la señorita (como se refiere a ella el Palacio de Kensington) Meghan Markle y el príncipe Enrique de Gales, recuerda el furor que generan en el mundo los matrimonios de la Casa de Windsor; cada uno ha marcado hitos, como el de Isabel II y Felipe de Edimburgo, Lady Di y Carlos, príncipe de Gales, y Catalina y Guillermo, actuales duques de Cambridge.
Pero ¿qué provoca tal interés en la unión de una pareja como la de Markle y el sexto heredero en línea directa a la corona del Reino Unido o en la de su parentela? Quizá sean los arquetipos universales impulsados por las narrativas ideadas por Charles Perrault, Hans Christian Andersen, Jacob y Wilhelm Grimm, y que alcanzaron su punto álgido en la transformación rosa de Disney.
Pero también se puede atribuir a que, en el caso de las cuatro parejas, existe el anhelo del triunfo del amor y con el análisis de las estrictas reglas del protocolo, así como los preparativos plagados de glamur. así como de sutiles detalles que evocan las tradiciones de esta familia.
Sin olvidar que la reina Victoria fue quien creó la moda entre la realeza, y prácticamente las novias del mundo entero, de utilizar el vestido blanco en su boda, antes eran rojos y bordados con hilos de oro y plata, la primera ceremonia mediática fue la de la actual reina.
Su alteza real, la princesa Isabel, se casó con el príncipe Felipe de Grecia y Dinamarca el 20 de noviembre de 1947; fue la primera boda real transmitida por radio en tiempo real y televisada por la BBC. Norman Hartnell diseñó el vestido de la novia inspirado en “la primavera” y el pastel se preparó con ingredientes extranjeros, debido a la escasez por la Segunda Guerra Mundial.
La boda del siglo la protagonizaron Lady Diana Frances Spencer y Carlos, príncipe de Gales; fue el cuento de hadas moderno, que pese a no tener el fi nal de “vivieron felices para siempre”, sí marcó el 29 de julio de 1981 en los anales de la historia. Inolvidable fue la confección de David y Elizabeth Emanuel del vestido y el beso en el balcón de Buckingham que prometió una historia, que en realidad no fue.
El 29 de abril de 2011, la Abadía de Westminster atestiguó el “si quiero” de la plebeya Catalina Middleton y el príncipe Guillermo; el suyo, acorde a los tiempos, fue un festejo de carácter privado, y no de Estado, por lo que los gastos del enlace corrieron por parte de la familia real y los Middleton. Para esta celebración la ciudad inglesa de Windsor tiene todo listo para la boda, marcada por el anuncio de que será el príncipe Carlos quien la acompañe al altar. “El príncipe de Gales está encantado de recibir de este modo a la señorita Markle en la fami- lia real”, afi rmó el palacio de Kensington en un comunicado, un día después de que la actriz confi rmara que su padre, Thomas Markle, no podrá asistir a la boda por problemas de salud.
Según el comunicado, fue la novia la que ofreció el privilegio a su suegro. La maestra pastelera Claire Ptak dijo que el pastel de limón y flor de saúco de tres partes estará presentado de una manera no tradicional. Agregó que no reveló el diseño, pero el estilo fue aprobado por Enrique y Markle.
Durante cinco días Ptak trabajó con su equipo de seis pasteleros en las cocinas extragrandes del palacio de Buckingham y no escatimó en ingredientes: Unos 200 limones de Amalfi fueron usados, así como 10 botellas de jarabe de saúco de Sandringham, hecho con flores de saúco de la residencia de la reina Isabel II en Norfolk. Cientos de policías fuertemente armados inspeccionaron cada rincón de la localidad, cuyo centro estaba cerrado al tráfico, ante la llegada prevista de 100 mil personas para asistir al gran día. “Hay una amplia gama de medidas de seguridad visibles en marcha”, dijo un portavoz de la policía.
Sin embargo, ayer los príncipes Enrique y Guillermo salieron del castillo para saludar a las personas que aguardaban detrás de las vallas de seguridad.
Ambos levantaron la mano y se acercaron a los presentes, quienes felicitaron a Enrique por su enlace matrimonial.