Milenio

Errado, abrir embajada paraguaya en Jerusalén

- EFE/Asunción

El Partido Liberal paraguayo, el mayor de la oposición, exigió al gobierno que rectifique su polémica decisión de trasladar a Jerusalén su embajada en Israel, que será inaugurada hoy por el presidente Horacio Cartes. “Esta errada decisión, por sus efectos, alimenta el conflicto y apoya el derecho de conquista por actos de guerra”, afirman un comunicado divulgado ayer por esa formación.

Agrega que el “el hecho de reconocer a Jerusalén como capital de Israel es un acto de agresión a Palestina y a los creyentes musulmanes e incentiva un conflicto internacio­nal, quizás el más grande y complejo de los tiempos modernos”.

El partido destacó que tal iniciativa necesita el “consenso de al menos las principale­s fuerzas políticas” con previo consenso de la opinión pública dado que son una “democracia representa­tiva, participat­iva y pluralista”.

El mandatario Horacio Cartes viajó la noche del sábado para asistir a la inauguraci­ón, que convertirá a Paraguay en el tercer país en trasladar su embajada de Tel Aviv a la cuidad de Jerusalén, tras seguir los pasos de Estados Unidos y Guatemala.

En días recientes, el presidente electo de Paraguay, Mario Abdo Benítez, que asumirá el 15 de agosto tras ganar las elecciones en abril, expresó que no estaba informado sobre la decisión de trasladar la embajada y señaló que será analizado con “madurez” por su equipo de gobierno.

A su vez, unas de las líderes de la Organizaci­ón para la Liberación de Palestina (OLP), Hanan Ashrawi, condenó y calificó de “provocador­a e irresponsa­ble” la decisión de Cartes de inaugurar su embajada en Jerusalén.

La OLP señaló que la decisión de las autoridade­s paraguayas “es una infracción directa de la ley y el consenso internacio­nales”.

El presidente estadunide­nse, Donald Trump, rompió un convenio internacio­nal tácito al mover la sede de su embajada de Tel Aviv a Jerusalén, cuya parte oriental fue ocupada por Israel durante la guerra de los Seis Días de 1967 y anexionada en 1980, en una decisión no reconocida por la comunidad internacio­nal, que la condena. m

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