EXPERIMENTO DE LA UCLA EN RATONES Un gel regenera neuronas tras accidente cerebrovascular
Los roedores tenían tejido renovado después de 16 semanas; mostraron un comportamiento motor mejorado
Un nuevo gel de curación para tratar el cerebro después de un accidente cerebrovascular, desarrollado por investigadores de la Universidad de California Los Ángeles (UCLA), ayudó a regenerar las neuronas y los vasos sanguíneos en ratones con daño por ese tipo de padecimiento, informaron los especialistas estadunidenses al publicar su estudio en la más reciente edición de la revista científica Nature Materials. “Probamos esto en ratones de laboratorio para determinar si (el gel) puede reparar el cerebro en un modelo de accidente cerebrovascular y conducir a la recuperación”, señaló en la publicación el doctor Stanley Thomas Carmichael, profesor y presidente de Neurología de la UCLA.
El cerebro tiene una capacidad limitada para la recuperación después del accidente cerebrovascular y otras enfermedades; sin embargo, “este estudio indicó que el nuevo tejido cerebral se puede regenerar en lo que antes era solo una cicatriz cerebral inactiva después del accidente cerebrovascular”, gracias al biomaterial que desarrollaron, resaltó el especialista. Los resultados de la investiugación, apoyada por los Institutos Nacionales de Salud de EU, sugieren que este desarrollo, de pasar los protocolos de investigación pertinentes, algún día puede ser una terapia para el accidente cerebrovascular en las personas, aseguró la doctora Tatiana Segura, ex profesora de Ingeniería Química y Biomolecular en la UCLA que colaboró para este estudio con Carmichael.
En un comunicado de la UCLA, los expertos resaltaron que “a diferencia de otros órganos del cuerpo, como el hígado o la piel, el cerebro no suele regenerar conexiones neuronales, vasos sanguíneos o nuevas estructuras de tejidos”.
Normalmente, agregaron, las células que mueren en ese órgano a causa de un ataque cerebral se absorben, dejando una cavidad desprovista de vasos sanguíneos, neuronas o axones (fibras nerviosas delgadas que se proyectan desde las neuronas).
Para ver si el tejido sano que rodea la cavidad podría ser reprogramado para curar la lesión cerebral, Segura, que ahora es profesora en la Universidad de Duke, Estados Unidos, diseñó un gel para inyectar en la cavidad del ictus que se espesa para imitar las propiedades del tejido cerebral, creando un andamiaje para un nuevo crecimiento.
De acuerdo con el artículo de Nature Materials, en el que también participaron Lina Nih y Shiva Gojgini, ambos investigadores de la UCLA, el gel está impregnado de moléculas que estimulan el crecimiento de los vasos sanguíneos y suprimen el proceso inflamatorio, lo que es muy importante porque la inflamación produce cicatrices e impide el rebrote del tejido funcional. Después de 16 semanas, las cavidades del ictus en los ratones que habían tenido un accidente cerebrovascular contenían tejido cerebral regenerado, incluidas nuevas redes neuronales, un resultado que no se había logrado con experimentos anteriores.
Los roedores con neuronas nuevas mostraron un comportamiento motor mejorado, aunque los investigadores acotaron que el mecanismo exacto de cómo lograron eso todavía no está claro.
Al respecto, Segura señaló que tiene las hipótesis de que “los nuevos axones pueden estar funcionando o el nuevo tejido puede mejorar el rendimiento del tejido cerebral circundante y sano”.
Al final del procedimiento, el gel fue absorbido y metabolizado por el cuerpo de los roedores, dejando únicamente el tejido nuevo.
Esta investigación, aclararon los expertos, fue diseñada para explorar la recuperación en el accidente cerebrovascular agudo o el periodo inmediatamente posterior a la apoplejía en ratones, es decir, cinco días; en humanos se debe tomar en cuenta que ese lapso es de dos meses.
A partir de ahora, Carmichael y Segura trabajarán para determinar si el tejido cerebral se puede regenerar en ratones mucho después de la lesión cerebral.
Los científicos destacaron que, aunque el estudio está en sus primeras fases, es de gran trascendencia porque más de 6 millones de estadunidenses viven con las secuelas a largo plazo que provoca un accidente cerebrovascular. m