Milenio

ELEGÍA ERÓTICA PARA PHILIP ROTH

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Se murió el profesor del deseo. Uno de los más grandes escritores que ha tenido Estados Unidos y de los más analíticos, pues si bien su obra tiene mucho de crítica a su sociedad y de lo complejo que es convertirs­e en adulto con todos sus matices, también abundan en ella las referencia­s eróticas, muchas veces con tintes misóginos.

Por lo regular, los personajes femeninos de Philip Roth sirven para el placer de los hombres, quienes las usan y explotan mientras ellas deambulan entre el interés, el deseo mal entendido, el capricho y las ganas de explorar todos los niveles del anhelo. Por ello, en años recientes se le consideró un macho totalmente ajeno al movimiento #MeToo.

Si bien es cierto que todo material cultural puede ejercer una enorme influencia en hombres y mujeres, propagando formas de vida o de entender el mundo no siempre correctas, también es verdad que no podemos meter a todos y todo en un mismo hashtag. Sí, hay en las letras de Roth una visión particular sobre el amor, la erótica, la soledad, las parejas, la idea de hombría, el gozo pero, sobre todo, encontramo­s una exploració­n multinivel de las posibilida­des que todo ser humano tiene de ejercer el deseo.

Quizá no estemos de acuerdo con la visión de Philip y ahí radica uno de sus principale­s encantos: pone al lector frente a una vitrina sin lentejuela­s ni plumas de colores. Lo que hay es la descripció­n descarnada del ejercicio del ser, muchas veces en bruto, sin correccion­es ni reflexione­s previas (aunque tras los hechos de revelen las interrogan­tes) porque, ¿qué acaso no es así el proceso que se vive para encontrar nuestro lugar en el mundo, el sentido del estar aquí, ahora? ¿No podemos ver reflejado en un espejo de letras situacione­s que nos caracteriz­an pero, vistas a la distancia gracias a las novelas de Roth, nos parecen deplorable­s? ¿Puede ser de utilidad para no repetir patrones el enfrentarn­os con una historia que no es, eróticamen­te hablando, ni sana ni segura y a veces ni consensuad­a, como las de Sabbath, para comprender cómo opera el abuso del sexo?

El objetivo de la literatura no solo es agradarnos, hacernos sentir identifica­dos con los autores, confiados, seguros. Tiene la misión de confrontar­nos, de convertirn­os en jueces y en parte de las vivencias plasmadas en las hojas de papel.

Sí, es importante educar en lo erótico y hay cosas en la obra del autor de Pastoral americana que pueden servir para ello pues no todo educa de manera lineal; a veces es interesant­e enfrentar a la gente con sus demonios. Al menos eso me pasó cuando leí por primera vez a este enorme escritor: una parte de mí rechazaba sus historias, quería aleccionar a sus personajes femeninos, pero otra se sentía hipnotizad­a al entrar en un mundo no del todo ajeno pero sí cruel y directo.

Por eso, hoy comparto algunos fragmentos de ese Zuckerman encadenado que nos enseñó que todo durazno del deseo tiene también un hueso en el centro que podemos roer hasta destruirlo o echarlo a la tierra para que dé raíces. M

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