Milenio

El caído del cielo, historia de un héroe anónimo argentino

La cinta revive el caso del campesino Tomás Francisco Toconás, quien murió como guerriller­o y devino personaje milagroso

- Xavier Quirarte/México m

Pablo Gallo, antropólog­o forense, pensaba “que era una historia que nunca se iba a contar”. Pero Modesto López relata en un documental la historia de Tomás Francisco Toconás, peón de la provincia de Santiago del Estero, Argentina, a quien las circunstan­cias orillaron a incorporar­se al Ejército Revolucion­ario del Pueblo y murió asesinado en 1975.

La génesis del filme, que ha tenido una amplia exhibición en Argentina y se proyecta en la Cineteca Nacional, data de cuando López presentó en Argentina su cinta anterior, Todavía cantamos. “Recorrí todo el país y, en La Rioja, me comentaron que había un alma milagrosa de un hombre en un pueblo de Santiago del Estero, quien había sido militante y luego secuestrad­o por la dictadura durante el Operativo Independen­cia”.

El director de Ediciones Pentagrama explica que este operativo “se desata antes del golpe militar con el acuerdo de Estela Martínez de Perón, en aquel entonces presidenta, cuando los militares intervinie­ron Tucumán y reprimiero­n a la población. Hacia 1973-1974, Toconás cortaba leña en el monte y hacía todos los oficios posibles para mantener a sus seis hijos y su esposa”.

Hubo un intento de levantamie­nto armado y un amigo suyo, también campesino, militante sindical, fue apresado y asesinado por la policía. “A raíz de esto Tomás Francisco se indigna y decide incorporar­se al movimiento armado —continúa el documen- talista—. Los militares se enteran, lo capturan y queman el rancho donde vivía muy humildemen­te. A la mujer la violan y toda la familia es arrojada a un descampado. A él lo torturan y luego lo tiran de un helicópter­o en Pozo Hondo, una población limítrofe con la provincia de Tucumán”.

El cineasta relata que la gente que vio caer a Toconás lo recogió y lo enterró en su cementerio. “Y a partir de ahí, como es El caído

del cielo, deciden pedirle favores y lo transforma­n en un alma milagrosa. Pasan los años y, en el 2010, un canal de televisión de Santiago del Estero escucha hablar de este santo y empieza a indagar su historia. La familia nunca había denunciado su desaparici­ón y empieza la investigac­ión a través de antropolog­ía forense. Se pudo descubrir entonces quiénes son sus hijos y se recuperó su cuerpo. Los restos fueron identifica­dos por Pablo Gallo”.

¿Cómo retoma el tema?

Sobre este hombre no existía ninguna documentac­ión y empecé una investigac­ión: quién fue, qué pensaba, qué gustos tenía, cómo era con su familia. A lo largo del documental reconstruy­o su vida, contextual­izándola con la historia política y social. Cuando interviene­n los militares, hacen un ensayo en una de las provincias más reprimidas del país para, en 1976, dar definitiva­mente el golpe de Estado.

¿Cuál era tu intención?

Estos héroes anónimos, gente que da todo sin pedir nada a cambio, por lo general nunca están reflejados en la historia. Cuando hablamos de los héroes que nos dieron patria, hablamos de Morelos, de San Martín, de Hidalgo o de Bolívar, pero para que ellos existieran tuvieron que existir muchos personajes como este hombre. Intento hacer un homenaje a estos héroes anónimos en nuestro continente y en el mundo. Nunca supimos ni sabremos quiénes fueron, pero ofrendaron su vida para que hoy podamos vivir un poco más dignamente.

¿Cómo fue recibido el documental?

Se estrenó en el Cine Gaumont del Instituto de Cinematogr­afía, así como en 40 o 50 salas del país, y se sigue exhibiendo en universida­des, sindicatos y otros lugares. El recibimien­to fue muy fuerte, porque además se proyectó en los sitios donde se dieron los hechos. Fue terrible porque sus nietos no conocían muy bien la historia del abuelo, y les impresionó. Una de las cosas más difíciles fue sobrepasar el miedo que aún hoy vive la población después de tantos años de represión. No fue fácil hacer el documental: había ocasiones en que llegábamos a una entrevista, y la gente decía: “¡No, no! ¿Qué va a pasar cuando lleguen los militares, cuando otra vez venga la represión?, ¿qué va a ser de nuestras vidas?”

Lo lanzaron desde un helicópter­o; la gente enterró el cadáver y luego le pidió favores

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Habitante de Pozo Hondo y testigo del asesinato.

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