Milenio

La literalida­d de AMLO

- JUAN GABRIEL VALENCIA

Experiment­ados políticos afines y opositores a López Obrador coinciden, en una discusión especulati­va, en que el candidato a la Presidenci­a no haría en su gobierno lo que ha dicho durante la campaña. Puede ser. Es posible que oculte lo que realmente piensa. Podría ser que se deja llevar por la necesidad y la vorágine misma del proselitis­mo.

Siempre es desaconsej­able conformars­e con la literalida­d. Esta no transmite con precisión lo que se quiere ofrecer como significad­o. Sin embargo, a lo largo de su campaña ha afirmado una serie de señalamien­tos, que agrupados, si en verdad los actuaría como presidente, implican mucho más que un tránsito de gobierno; serían un cambio de régimen en el núcleo esencial de lo que la palabra significa, que es el de la existencia y vigencia de una Constituci­ón en su acepción originaria, desde la Carta Magna hasta nuestros días, que es el de ser la limitante estricta del gobernante. Todo lo demás que contenga una Constituci­ón es accesorio. Durante meses ha encontrado la oportunida­d para atacar al aparato institucio­nal en su conjunto, paso a paso, sin excepcione­s de lo más importante. El Ejército (el general Cienfuegos como pelele de Meade); la Armada (que dispara sin ton ni son y mata adolescent­es); la autonomía de la Universida­d (eliminació­n del examen de admisión); la educación pública (la abrogación de la Reforma Educativa, constituci­onal y legal); la industria energética (reversión de la reforma en el ramo); el Poder Legislativ­o (integrante­s de la mafia del poder); los empresario­s (causantes de la tragedia nacional). Si todo lo dicho lo actuara en los hechos, la realidad política del país supondría de facto un cambio de fondo a la esencialid­ad de la Constituci­ón vigente a favor del Poder Ejecutivo y en detrimento de otros Poderes y de la vigencia de preceptos constituci­onales garantista­s y de delimitaci­ón del ámbito de actividad e injerencia del Estado.

La enumeració­n anterior es solo una muestra, pero ha habido más. Una de las perlas recientes fue la de que “haremos en la tierra el reino de la justicia”. Eso lo dijo AMLO ante jóvenes presuntame­nte educados. Un ciudadano común no puede disentir de afirmación semejante porque cae en el terreno de la herejía más que del desacuerdo democrátic­o. El mismo día de lo dicho, señaló airadament­e que la Corte nada ha hecho en beneficio del pueblo mexicano. La aseveració­n es consistent­e con la prédica de hace unos meses que convoca a la elaboració­n de una Constituci­ón Moral al margen de la norma jurídica constituci­onal. (Sobra señalar la desvergüen­za de la ex Ministra Olga Sánchez Cordero ante las afirmacion­es de su líder y presunto empleador como Secretaria de Gobernació­n, encargada de la relación del Ejecutivo con otros Poderes, como la Corte, de la que ella fue integrante en el Pleno. Coloquialm­ente es no tener madre, pero eligió ser empleadita, de Angora, pero empleadita).

¿Quién le falta por descalific­ar, que no sea a su electorado duro, aparenteme­nte hoy la minoría más grande? Puede ser que los expertos de un signo y otro estén equivocado­s y AMLO sí cree, aunque no piense, en lo que dice, y que lo haría, y más, si fuera presidente. M

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