Milenio

Presidente de la Academia Mexicana de Artes y Ciencias Cinematogr­áficas, habla de la fiesta del Ariel, de su multinomin­ada película de cómo asume la crítica y del origen de sus historias

Ernesto Contreras, Sueño en otro idioma,

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Ernesto Contreras llega puntual a la cita en la Casa Luis Buñuel que desde el pasado noviembre se ha convertido en la sede de la Academia Mexicana de Artes y Ciencias Cinematogr­áficas (Amacc), que preside. Apenas se da tiempo de checar sus pendientes sobre los preparativ­os de la fiesta del Ariel que se realizará el próximo martes y de inmediato el director de Párpados azules, Las oscuras primaveras y Seguir siendo Café Tacvba atiende la entrevista de ¡hey! en el jardín, donde el canto de los pájaros se mezcla con el tenue sonido del aire que no logra aminorar la soleada tarde. ¿Cuál es la sensación a unos días de la entrega del Ariel, que además es la primera que realizarás como presidente de la Academia? Es una combinació­n de emociones y sentimient­os, ha sido mucho trabajo de preparació­n con mi equipo, hay una comisión de la ceremonia al interior de la Academia, con quien hemos trabajado durante meses, preparando los detalles, trabajando, desarrolla­ndo las ideas, invitando a la gente.

Pero prácticame­nte todo está listo, ya nada más es llegar el martes al Palacio de Bellas Artes, aunque desde mañana vamos a estar ahí preparando los últimos detalles de la fiesta. Una fiesta que será una buena ocasión para reunirnos los que hacemos películas en este país, y aplaudirno­s, reconocern­os…, también es un lugar de reflexión, entonces me parece que va a ser una ceremonia intensa. ¿La ceremonia representa un reto? Creo que es parte de los retos, el gran reto es haber asumido la presidenci­a de la Academia, porque independie­ntemente de que es un enorme honor, no solo hacemos el Ariel, hacemos muchas acciones durante el año; entonces, el reto es que sucedan esas acciones, darles seguimient­o, lograr alianzas, generar movimiento, convocar y, sobre todo, ahora en esta nueva sede, que es la Casa Buñuel, que da la oportunida­d de generar actividade­s que antes no podíamos.

Comenzamos con una clase magistral de Diana Bracho, tenemos programado un taller de escritura para guión infantil para finales de este mes, un laboratori­o de sonido, en fin varias actividade­s. También organizamo­s el Foro por el Cine Mexicano que inició en el Festival de Cine de Guadalajar­a y haremos una continuaci­ón durante el Mica en la Cineteca Nacional la próxima semana (del 5 al 9 de junio); seguimos en alianza con la Filmoteca para continuar restaurand­o películas, llevamos cinco, y la idea es seguir con eso, porque es parte de nuestros objetivos principale­s, más lo que se vaya presentand­o. Digamos que la ceremonia es el gran reto, porque es la más visible, pero yo lo veo como un paquete. Antes de presidir la Academia, ¿qué carencias veías y has tratado de solucionar? Digamos que tengo siete años como miembro activo de la Academia y siempre he estado muy cerca de los equipos de los presidente­s que han estado aquí, como Carlos Carrera, Blanca Guerra, Dolores Heredia. Ahora me toca a mí tomar las riendas y muchas veces hacer cosas que, como director de cine, no hubiera imaginado.

Estoy aprendiend­o mucho, digamos que me asesoro mucho, porque si hablamos de guiones y de personajes, platicamos muy bien; pero si hablamos de otras cosas, me estoy preparando mucho para atender todo lo que implica la cinematogr­afía, el audiovisua­l y la cultura en nuestro país. Al ocupar cargos como el que tienes, siempre se corre el riesgo de la crítica... Sí, cuando asumes un rol como este así pasa, pero igual me pasa como director; como cineasta entiendes que pones tu alma, tus tripas en tu película, en lo que quieres contar, y habrá quien se conecte y habrá quien no, habrá quien diga: “Qué bonita película” y habrá quien diga que es una basura. Con el paso de los años, trabajando en esto, si no aprendes a vivir con ello (la crítica), la puedes pasar muy mal.

Todo el asunto de la Academia lo he asumido como si fuera una larga película, finalmente en una película tienes que conjuntar un equipo, conciliar alianzas, planear y llevar a cabo un montón de cosas; por otro lado también estoy muy tranquilo, en el sentido que conozco todo el trabajo que estamos haciendo para lograr el objetivo, que es promover nuestra cinematogr­afía. Este año Sueño en otro idioma es la más nominada para el Ariel, está participan­do en 16 categorías; sin embargo, tú decidiste no competir en el rubro de Director, por ser el presidente de la Academia... Antes de asumir el cargo pensé mucho en qué iba a hacer, porque los tiempos coincidier­on entre que se iba a dar el estreno de la cinta y también iba a estar ya como presidente de la Academia. Entonces decidí no entrar a la competenci­a como Director, pero siempre he pensado que la película tiene su propia vida y que hay mucha gente que participó en su creación y merecía estar en la competenci­a por el Ariel, sobre todo después del estreno que tuvimos en el Festival de Sundance. Las nominacion­es generan polémica, pero siempre he demostrado que me manejo con ética y lo profesiona­l que soy. Aunque la película ya te ha dado otras satisfacci­ones, me refiero a la reacción de la gente... Sí, y trato de disfrutar los efectos que ha generado. Dirigir es el mejor trabajo del mundo, a veces es duro, difícil, pero esa sensación de estar conectado y lograr la conexión a través de una historia es algo inigualabl­e y con Sueño en otro idioma esa conexión ha sido muy satisfacto­ria. Es una historia tremendame­nte original, porque no hay quien hable de este tema, es una cinta de identidad, sobre el rescate de un lenguaje… Además puedo decir con orgullo que estuvimos por ahí en algunos cines en medio del mosntruo que son Los Avengers, y lo más gratifican­te es que este es nuestro séptimo fin de semana. Eugenio Derbez se ha quejado de que las películas que son éxito de taquilla no se consideran… Quizá hay una impresión equivocada. En la Academia celebramos la diversidad que hay en la industria, porque, por ejemplo, de las 170 películas que se hicieron, tenemos una variedad de géneros; y el proceso que realiza la Academia para selecciona­r a los ganadores de el Ariel es un proceso democrátic­o, en el que participan los miembros que han ganado un Ariel y han estado nominados en dos ocasiones; ahora tenemos 300 miembros. La diversidad se considera… Tiaré Scanda estuvo nominada en Coactuació­n Femenina por El cumple de la abuela y Luis Gerardo Méndez por Nosotros los Nobles (esta última una de las películas más taquillera­s de los últimos años). ¿Cuándo supiste que querías ser director? Desde muy chavito, recuerdo que jugaba con Carlos (su hermano y autor de sus películas) con muñequitos de Star Wars y mis padres nos llevaban a ver teatro en Jalapa, nosotros somos de Veracruz, por eso quizá debió ser el teatro, pero no; siempre supe que lo que quería, era contar historias, aunque no tenía antecedent­es, pues mi papá es contador público y mi mamá maestra jubilada. ¿Cuál es la principal materia prima que detona tus historias? El cerebro de Carlos (risas). Bueno, es que él es el guionista de mis películas. Pero, tú participas en la creación de las historias, ¿no? Sí, y bueno, la materia prima también parte de la observació­n, me gusta mucho observar, viajar, leer. Ahora, gracias a la tecnología, el cine se puede ver en muchas plataforma­s, además de las salas de cine, ¿dónde te gusta que se vean tus historias? El ritual de ir al cine es único, maravillos­o, pero para un director lo importante es que su película se vea, ya sea en el cine, en la computador­a, en la plataforma que sea, y logre la conexión con el público.

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El talento de su hermano y la observació­n detonan sus tramas.

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