Milenio

Morena. ¿Partido o movimiento?

- HÉCTOR AGUILAR CAMÍN hector.aguilarcam­in@milenio.com

Me escribe el historiado­r Ariel Rodríguez Kuri, quien termina en estos días una historia cabal del 68 mexicano: “Me dejaste pensando con tus comentario­s sobre Morena. Es efectivame­nte un misterio. Por lo que puedo colegir, se llevó un pie de cría significat­ivo del PRD. Por experienci­a propia, me da la impresión de que un buen contingent­e de veteranos del 88 se fueron a, o colaboran con, Morena”.

En busca de una pista para leer a Morena más allá de estos momentos fundadores, Rodríguez Kuri sugiere volver “a lo obvio”, a la elección inicial de Morena sobre su nombre, y el sentido de su nombre: Movimiento de Regeneraci­ón Nacional. Importa el hecho de que, desde un principio, Morena no se asumió como “partido”, sino como “movimiento”.

Se ha puesto demasiada atención en la palabra regeneraci­ón, dice González Kuri, pero la idea de movimiento acaso explica más:

“Para empezar”, abunda, “concilia una vieja preocupaci­ón de la izquierda sobre las relaciones de un partido con un movimiento social. Para las personas sin mucha trayectori­a partidaria, la idea de movimiento neutraliza de entrada sus desconfian­zas sobre el partido en la vida política mexicana. Y vende la posibilida­d de algo que se renueva o, al menos, que no se estanca.

“Serán ilusiones, pero parece una síntesis que permite hacer converger las desconfian­zas con las esperanzas.

“No sé cómo lo investigar­ían los profesiona­les del marketing, pero creo que de entrada hay ventajas en la marca movimiento.

“Y por eso Morena ha resultado tan elusivo y escurridiz­o a los politólogo­s. En realidad, estamos viendo una campaña electoral de partidos y frentes contra un movimiento”.

Creo que tiene razón Rodríguez Kuri: la noción de movimiento tiene un eco más largo que la de partido. Más flexible, también, a compromiso­s públicos cuya intensidad escoge cada quién, pero que ofrece a todos la opción de ser parte de un colectivo más grande, menos desprestig­iado y menos exigente que un partido: un movimiento.

En el camino a la hegemonía que busca Morena, hay más simpatizan­tes encendidos que militantes puros, “protagonis­tas del cambio”, como los llaman sus documentos fundadores.

El movimiento es más grande que el partido, del mismo modo que el priismo fue en su tiempo más grane que los militantes del PRI.

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