La falta de experiencia, cue$$$ta

Lo malo de estar con un promotor pequeño no solo es la poca habilidad para aterrizar los mejores tratos, hay ocasiones en que tienden a convertirse en un obstáculo para sus propios peleadores. Si no, pregúntenle a Gennady Golovkin.

Algunos me dirán: “Kika, no te aloques. Loeffler no es pequeño, ya trabajó con los Klitschko”, y tienen razón... pero no es lo mismo dos hermanos campeones de peso completo que se vendían técnicamente solos, a tener en tus manos a un peleador de 36 años de Kazajistán, que no habla muy bien el inglés y que requiere de todo el colmillo promocional para poder venderlo de la manera adecuada.

A la distancia y por los resultados, Loeffler trae un desorden monumental, el changarro se le sigue incendiando y en lugar de agarrar un extinguidor, de vez en cuando toma un par de cerillos y se los avienta.

Hace seis meses GGG esperaba por la segunda pelea más lucrativa de su carrera y en un abrir y cerrar de ojos todo se le puso de cabeza. No nada más corre el riesgo de no tener la revancha con Canelo, ahora hasta perdió un campeonato mundial en un escritorio.

¿Y Loeffler? Bueno, el promotor salió esta semana solo a decir que bajarían las exigencias y ya no aspirarían al 50-50, sino al 45%, tratando de ondear su banderita blanca.

Para ser un buen promotor no solo se necesita conocer del negocio, se debe tener los pies bien plantados en el piso y ser muy hábil con las negociaciones, y por la forma en la que han hecho las cosas hasta ahora con el futuro de Golovkin han demostrado todo lo contrario.

Aquí el problema es que el que terminará pagando los platos rotos será el peleador kazajo, que podría acabar en septiembre ante otro peleador del estilo de Martirosyan, pues su equipo, por estar enfocado en Canelo, ya en el pasado dejó hasta el último minuto la elección de un rival de reemplazo que aportara a la carrera de su propio peleador. ¿Quién dice que no podría volver a pasar?

¡Qué perro oso!