Política puerca
La estimación frecuente de la actividad política y de los políticos va de las acusaciones por excesos saqueadores a la comisión de crímenes físicos y sociales.
El periódico El País recoge las enardecidas acusaciones de Ricardo Anaya contra, directamente, el presidente Enrique Peña Nieto, que está en vísperas de terminar su mediocre administración.
Anaya no se guarda y advierte que Enrique Peña Nieto es responsable de la seguridad del panista, aunque agrega que también teme por sus familiares.
Pero el fracasado aspirante a la Presidencia de la República (según estimaciones y cálculos, lo mismo estadísticos que por consideraciones internacionales) no ceja en sus pretensiones y fantasías y advierte que no lo va a “doblar”.
Pero las consideraciones amplísimas, no cabales, manifiestan que no tiene posibilidades de lograr triunfo.
También el fallido aspirante se indigna por la acusación que se deriva de la visión de un video y referencias que aluden a que sus riquezas millonarias son indebidas y aún delictuosas.
Se han difundido llamadas anónimas en las cuales Anaya ve contubernios entre tirios y troyanos para denostarle.
El caso es que estas elecciones están marcadas y agobiadas por decenas de asesinatos de alcaldes o aspirantes a serlo, antier mismo se cometió otro crimen a plena luz y conciencia.
El pleito se agudiza ya con la comparecencia de José Antonio Meade, que considera insultante escudarse en una candidatura para eludir responsabilidades en caso de lavado de dinero. Y pide que Ricardo no haga eso.
“Los que estamos en la boleta somos nosotros, como candidatos, y eso es lo que tenemos que explicar frente al electorado. Quiénes somos nosotros, qué decisión tomamos, y yo creo que pretender escudarse atrás de cualquier instancia, la que fuera, para querer así explicar, o más bien dejar de explicar, nuestras decisiones no es aceptable”.
Así la porquería llega a recabar datos de los presuntos electores, lo mismo que al uso de teléfonos que de otros medios, para difamar o irritar.
Andrés Manuel López Obrador insiste en la constancia de la difamación: “ojo, mucho ojo, están haciendo llamadas al por mayor a teléfonos difamándonos, llamadas que hacen de teléfonos del país, pero también desde el extranjero”, lo que le ha llevado a pedir que el Instituto Nacional Electoral intervenga.
Hay temores de que la mortandad de aspirantes o de simpatizantes se incremente en los pocos días que faltan para las elecciones nacionales y regionales.
Como sea, las violencias no son ni ubicuas ni del todo abundantes, pese a que son muchos los atentados y los muertos. M