Milenio

La selfie maldita y los otros 41 ejecutados…

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Cuando reproduje el video de la mortal selfie de Fernando Purón Johnston quedé helado. Anonadado por la maldita foto que el ex alcalde de Piedras Negras y candidato a diputado federal del PRI accedió a tomarse a las 21:57 horas con 23 segundos del viernes pasado, al concluir un debate electoral entre aspirantes a legislador­es por el Distrito 1 coahuilens­e, en la Facultad de Administra­ción y Contaduría de Universida­d Autónoma de Coahuila.

Purón Johnston había recibido una amenaza de muerte pública, poco más de dos años atrás, el 29 de febrero de 2016, cuando todavía era alcalde de esa ciudad tan azotada por el crimen organizado, esa urbe cuyo penal fue una especie de campo de exterminio del cártel de Los Zetas (sí, dentro de la prisión había capos que incineraba­n cuerpos de sus rivales levantados en las calles): ese día apareció una pinta en la barda del panteón municipal de la colonia Buenavista: “Purón, en dos años te vamos a mochar la cabeza”.

Dos años, tres meses y diez días después, a las 21:57 horas con 37 segundos del 8 de junio de 2018, un sicario le metió un balazo en la cabeza al hombre que tantas veces denunció la existencia de ligas entre el crimen organizado y políticos, la última ocasión durante el debate que acababa de terminar.

En el video es posible observar justo el momento en el que, con gran frialdad, un monstruo dispara en la nuca del hombre la bala que le ocasionó la muerte momentos más tarde, a las 22:15 de la noche, cuando médicos de un hospital declararon sin vida al político.

Minutos antes, luego del debate, ya afuera de la universida­d, en la calle, frente a las rejas del lugar, el asesino acechaba a Purón Johnston, a unos seis metros de distancia. El priista se despedía de varias personas, las encaminaba hacia sus vehículos, y el asesino se movía lentamente hacia la derecha o hacia la izquierda, según lo hiciera su víctima.

Cuando parecía que el asesino ya no tendría oportunida­d de matarlo, porque el ex alcalde enfilaba a su camioneta para marcharse, una mujer le pidió que se tomaran una selfie. El candidato aceptó. La mujer extendió los brazos apuntando el teléfono hacia sus rostros, con la universida­d de fondo. Accionó el flash y éste se encendió. Al mismo tiempo, el asesino, barbón con gorra, enfilaba rápidament­e hacia ellos por sus espaldas, sacaba la pistola que tenía fajada en su pantalón, y al parecer entraba a cuadro en la foto, de acuerdo con el tiro de la cámara de seguridad. El chacal acercaba el arma casi hasta la nuca de su víctima, disparaba, y huía hacia la derecha. La mujer viraba hacia la izquierda, conservaba el teléfono con el flash prendido, quizá con la imagen en el carrete del asesino a punto de disparar.

Si la mujer logró tomar la foto, el sicario podría ser identifica­do y capturado. A ello deben abocarse las autoridade­s: a proteger a esa persona y a escudriñar en el carrete de fotos de su teléfono. Y también a responder por qué Purón Johnston ya no tenía protección.

El 14 de mayo lo redacté aquí: el crimen organizado ya votó. A punta de balazos. Votó contra 42 aspirantes que ya asesinó (conteo MILENIO). ¿En qué país pasa eso, que tantos precandida­tos (29) y candidatos (13) sean ejecutados durante un proceso electoral?

Y todos como si nada, como si fuera normal. La semana pasada los gobiernos estatales y el federal tuvieron el desparpajo de ofrecer… ¡seguridad! Uta, 112 muertos después: ese es el número de políticos ejecutados (incluidos los 42 aspirantes) desde que empezó el proceso electoral en septiembre pasado. Sí, 112 políticos asesinados, a tres semanas de votar por alguien (cualquiera de los tres) que no tiene soluciones para detener esta masacre… M

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