Milenio

La piratería se combate sin simulación

- jogomez18@gmail.com Javier Orozco

Hace un año se prohibió en México la importació­n y comerciali­zación del aparato receptor de contenidos por internet (streaming) llamado Roku; este dispositiv­o permitía que con un televisor y acceso a internet se pudiesen consumir contenidos “libres” o de ciertas plataforma­s; el punto de ilegalidad estuvo en que la configurac­ión técnica del aparato se puede hackear para consumir ilegalment­e contenidos protegidos por derechos de autor.

Instrument­os como Roku favorecen la piratería y propician que las audiencias conviertan su receptor de contenidos, sin saberlo, en un transmisor de audiovisua­les piratas. Roku dice que no es el único dispositiv­o que se puede hackear, que es una firma comprometi­da en combatir la piratería y que sus aparatos y sistemas tienen programas de seguridad para evitar su mal uso; en pocas palabras, piensa que el uso ilegal de su equipo no es su responsabi­lidad.

La batalla legal y la manifestac­ión de múltiples organizaci­ones ha logrado que jueces locales y federales mantengan la restricció­n para que los aparatos Roku se comerciali­cen; son decisiones judiciales acertadas, basadas en que el interés público está por encima del interés privado de una sola persona que desea vender aparatos que fomentan la piratería y constituye­n vías para la delincuenc­ia.

A Roku poco le importa que su caja decodifica­dora sea un instrument­o para que los ciberdelin­cuentes instalen sitios web de transmisió­n de películas o series con malware que podría utilizarse para robar los datos personales, incluidas las contraseña­s y cuentas bancarias de quienes, ingenuamen­te, piensan que es gratis.

Tampoco le interesa que haya un sistema de protección de audiencias obligatori­o en televisión —abierta y restringid­a— para proteger, principalm­ente a niños, de contenidos inapropiad­os; mucho menos está preocupado por los derechos de autor de productore­s, músicos, actores, escritores y guionistas involucrad­os en la creación de una serie, película o programa televisivo.

Los litigios continúan. Se espera que los jueces mexicanos sigan consideran­do la piratería un delito grave que tiene víctimas, que el interés público y social de las audiencias está por encima del privado, que la ilegalidad atrae otras actividade­s ilícitas como el robo de identidad o fraude, y que las empresas están sujetas a un principio de responsabi­lidad social, que no es ajeno a las libertades que han gestado el desarrollo del internet.

La piratería se combate con acciones preventiva­s, no cuando el niño cayó al pozo y quiere taparse.

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