AMLO y el huracán Patricia
El huracán Patricia de octubre de 2015 fue considerado el más grande y peligroso de la historia en el hemisferio occidental. Debido a su enorme presión atmosférica que rebasó la categoría 5 y amenazaba la costa del Pacífico mexicano, prendió todas las alertas por su lenta amenaza que, finalmente, se desvaneció y terminó en una tormenta tropical común de lluvia y algunos encharcamientos.
México, por ser país de máximos y mínimos, ha estado atrapado en múltiples manipulaciones y prácticamente lo hacen un país difícilmente encuestable.
En cada encuesta publicada en las últimas semanas destaca que, de mil 600 cuestionarios aplicados, más de 50 por ciento rechaza la entrevista y más de 20 por ciento de los que contestan declara que “aún no decide su voto”. Es decir, la gran mayoría sigue manteniendo la incertidumbre.
Decir esto llena de ira a quienes descalifican las encuestas que no les favorecen y convierten en ofrenda religiosa las que les dan ventaja. De ello podríamos hacer la analogía entre lo que fue el huracán Patricia y las elecciones de 2018, pues no es remoto que el gran peligro anunciado como oráculo salvador incuestionable pase de ser peligrosa tragedia amenazante a convertirse, de nuevo, en comedia.
Dudar de las encuestas en este momento es peligroso, pues el triunfalismo anticipado que llevó a la derrota al lopezobradorismo en 2006 y 2012 hoy perdona todo, hasta el hecho de que por la vía de la izquierda de nuevo triunfe la derecha y la misma mafia del poder sea la que gobierne, gracias a su Caballo de Troya: es como Edipo que, buscando matar al padre, se buscaba a él mismo.
Sea quien gane, hoy como nunca, el mismo modelo económico devastador que no ha sido una amenaza como Patricia, sino una realidad destructora, está garantizado, pues tanto López Obrador como Anaya y Meade lo suscriben y representan.
Ante ello habrá un día después y se pasará de la incertidumbre electoral a la incertidumbre de los millones que han sido utilizados como oponentes y votarán hoy por su arrepentimiento de mañana, pero que son conducidos al mismo destino: la desigualdad, la falta de derechos y el envilecimiento de la vida pública.