“Pitol, parte de la edad de oro de las letras nacionales”
Villoro y Volpi festejan legado del autor; Lidia Camacho, directora del INBA, destaca “inconformismo” del creador de La vida conyugal
Sergio Pitol afirmó alguna vez: “Soy los libros que he leído, la pintura que he visto, la música escuchada y olvidada, las calles recorridas. Uno es su niñez, su familia, unos cuantos amigos, algunos triunfos, bastante fastidio”.
El autor de libros como El arte de la fuga, El tañido de una flauta y La vida conyugal, habría sonreído al ver que en el homenaje que le rindieron ayer en la noche en la Sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes se congregaron familiares, amigos y admiradores.
No hubo lugar para el fastidio; incluso los triunfos y el legado del autor fallecido el 2 abril fueron celebrados con dos documentales y un recital de arias de óperas de Mozart a cargo de Lourdes Ambriz y Encarnación Vázquez, acompañadas por el pianista Józef Olechowski.
Durante la mesa redonda Sergio Pitol, mago de la palabra, Jorge Volpi, director de Difusión Cultural de la UNAM, afirmó que “el homenajeado pertenece a la que deberíamos llamar La edad de oro de la literatura mexicana. “Esa generación, que probablemente empieza desde antes, con figuras emblemáticas como Juan Rulfo y Juan José Arreola, pero que, en alguna medida, encuentra un ámbito plenamente generacional en lo que llamamos Generación de Medio Siglo”.
Volpi también aseguró que El desfile del amor “no es solo su obra maestra, sino una de las mejores novelas mexicanas del siglo XX y XXI”. Juan Villoro aseguró que Pitol “fue un hombre extremadamente modesto que nunca pensó en hacer carrera o en buscar la gloria de manera deliberada. Todo le fue llegando por accidente. Le gustaba escribir y lo hizo con vocación, pero de una manera intermitente muchas veces. Se consideraba un escritor un tanto secreto de la literatura mexicana”.
Si se convirtió en una de las voces significativas de nuestra literatura, agregó el autor de El disparo de Argón, “fue por haber mantenido un temple genuino, ajeno a las modas, a las presiones, a la necesidad de tener un éxito inmediato”.
Por ello, agregó, su literatura se volvió “mucho más abierta hacia algo que siempre tuvo Sergio, que fue el sentido carnavalesco de la vida: la ironía, la capacidad que todos tenemos de ser profundamente ridículos”.
Por momentos al borde de las lágrimas, Laura Demeneghi leyó una carta de su padre, Luis Deméneghi, primo del escritor, quien no asistió al homenaje por motivos de salud.
En la misiva refirió el espíritu viajero del escritor y su paso por diversos países: Rusia, China, Francia, España, Gran Bretaña, Checoslovaquia y muchos otros, su desempeño en el Servicio Ex- terior Mexicano, su trayectoria como escritor, su última etapa en Xalapa y los afectos familiares que no perdió ni en la lejanía.
Lidia Camacho, directora general del Instituto Nacional de Bellas Artes, dijo que, como sus compañeros de generación, Pitol “se definirá por su inconformismo, por las muchas soluciones, tanto artísticas como vitales, que ya no los convencían y por creer firmemente en el rigor literario y abominar las soluciones fáciles”.
Con esta mesa redonda continuó el homenaje nacional que la Coordinación Nacional de Literatura organiza para celebrar la vida y la obra de ese escritor, traductor y diplomático. m