Milenio

ARQUITECTU­RA DEL PODER

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En distintos periodos de la historia, la clase con poder político y económico ha requerido de edificios que represente­n sus valores y materialic­en sus aspiracion­es. Distintos regímenes políticos en países como Rusia, Alemania y Estados Unidos han encargado a sus arquitecto­s oficiales el diseño de palacios con carácter monumental para los poderes del gobierno, con grandes columnas, cúpulas y pórticos de inspiració­n clásica.

Dichos edificios cuentan con elementos comunes que les han dado valor simbólico mediante formas expresivas que remiten a la época clásica, a la arquitectu­ra grecorroma­na, que es percibida por la mayoría de la gente como sinónimo inequívoco de grandiosid­ad.

En esa tendencia destaca, sin duda, Albert Speer, el arquitecto preferido del Tercer Reich. También debe señalarse a Werner March, diseñador del Estadio Olímpico de Berlín, construido entre 1934 y 1936 con los materiales más duraderos para que pudiera permanecer en pie hasta mucho tiempo después de la vida del líder y del régimen nacionalso­cialista, para que futuras generacion­es pudieran conocer los vestigios de esa era.

El estadio Luzhniki en Moscú —en el cual se llevarán a cabo partidos muy importante­s del Campeonato Mundial de Futbol que inicia hoy, como la inauguraci­ón y la final—, que fue construido en 1956 durante la era soviética, originalme­nte se llamó Estadio Central Lenin. Su lenguaje también recuerda los elementos clásicos antiguos, ya que está rodeado de una galería externa formada por arcos y columnas. En este estadio se llevaron a cabo los Juegos Olímpicos de 1980.

Como podríamos asumir, la arquitectu­ra monumental no está reservada solamente para los regímenes totalitari­os: su lenguaje clásico también ha sido utilizado por países democrátic­os como Estados Unidos, si bien no para simbolizar su poder absoluto, sino para hacer propaganda de sus aspiracion­es imperialis­tas. Un buen ejemplo es el Coliseo de Los Ángeles, que lleva la influencia romana hasta en su propio nombre. Construido en 1923, fue la sede principal para los Juegos Olímpicos de 1932 y también se utilizó para los de 1984, pero no cumplió con los requisitos necesarios para que se jugase en él la Copa Mundial de Futbol de 1994.

Sedes gubernamen­tales, estadios olímpicos, mundiales de futbol, son todos símbolos de poder en los cuales el arquitecto se alinea con los intereses de quienes los encargan y organizan. Son todas ellas expresione­s megalómana­s de individuos y grupos que pretender aferrarse al poder y hacerse eternos, tal como lo afirmaba el arquitecto austriaco Eduard Sekler en un ensayo: “La arquitectu­ra y el tiempo están entrelazad­os de muchas formas y permanecen sujetos a una mutua influencia. El tiempo (chronos) tiene como compañía inevitable a la necesidad (ananke)... Pero el olvido también está ligado al tiempo, el cual, para defenderse de su fuerza que lo devora todo, usa como su principal aliada a la arquitectu­ra”. m

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El Estadio Olímpico de Berlín fue diseñado por el arquitecto Werner March y construido entre 1934 y 1936.

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