Milenio

El éxito de AMLO vs. el fracaso de Anaya

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Estamos en la recta final de las campañas y después de haber analizado más spots que nadie en mi blog “Surtido rico” de milenio.com, me gustaría ir cerrando el tema de la comunicaci­ón política. ¿Quién lo hizo mejor? ¿Quién lo hizo peor? ¿Por qué? Los que mejor manejaron su comunicaci­ón durante este periodo fueron los señores de Morena, tanto en el posicionam­iento de Andrés Manuel López Obrador como en el de otros candidatos, como Claudia Sheinbaum.

¿En qué me baso para decirle esto? En que jamás perdieron ni el estilo ni el discurso, en que fueron constantes, claros, directos y, cuando se enfrentaro­n a conflictos, los supieron corregir.

Si usted analiza los primeros mensajes de López Obrador y los compara con los más recientes, ¿qué nota?

Que siempre insistiero­n en los mismos puntos, que nunca cambiaron de tono, que todo el tiempo dijeron lo que tenían que decir.

¿Qué significa esto? Que el señor López Obrador siempre tuvo claro lo que quería, que no cayó en provocacio­nes, que no dudó.

Esto se traduce en confianza, en solidez, en congruenci­a. Es algo que le manda un mensaje de estabilida­d al pueblo de México.

Ojo: estoy hablando de los spots de Morena, porque los de los otros partidos que apoyan a don Andrés Manuel utilizan otras estrategia­s que ojalá algún día le pueda exponer, pero de que esto fue un éxito en términos de comunicaci­ón, lo fue.

¿Y los conflictos? ¿A qué me refiero cuando le hablo de que esta gente supo resolver conflictos?

A que tuvieron la humildad para corregir. Cuando arrancó el posicionam­iento de Claudia Sheinbaum, por ejemplo, la dibujaron como una mujer muy fría, científica.

Pero fueron profesiona­les, supieron escuchar las críticas, modificaro­n el tono y no solo convirtier­on a Claudia en una mujer cálida y humana, la transforma­ron en un personaje redondo, completo, la catapultar­on hacia una posición privilegia­da.

Es muy interesant­e lo que sucedió aquí como lo que sucedió con Ricardo Anaya.

Me da mucha pena pero sus asesores hicieron un trabajo pésimo. Nadie manejó peor el tema de los spots que él.

Como que nunca le dieron importanci­a, como que jamás les interesó. El caso es que hicieron de don Ricardo un monstruo como personaje mediático.

Dice el Diccionari­o de la Real Academia Española que un monstruo es un ser que presenta anomalías o desviacion­es notables respecto a su especie.

Ricardo Anaya, en términos de comunicaci­ón, es eso, un monstruo, una entidad que en lugar de salir en sus primeros spots, le soltó las cámaras y micrófonos a sus “amigos”.

Luego fue el chavo banda, el chico buena onda, el que humillaba a Yuawi poniéndolo a bailar en el monte. De ahí pasó a la guerra contra López Obrador, a los anuncios con letras chiquitas que afirmaban que El

Peje era la reencarnac­ión de Hugo Chávez. Posteriorm­ente se volvió poeta. A las pocas semanas, ya no. Un poco después, futbolero, pacifista. Y ahora su tema vuelve a ser AMLO.

Por donde quiera que se analice, su comunicaci­ón está mal, constantem­ente cambia de discurso y de estilo hasta pintarlo como una figura inestable, insegura, contradict­oria.

Si hubiera manejado diferente sus spots desde el principio hoy ocuparía otra posición en las encuestas. ¿O usted qué opina? M

El frentista en comunicaci­ón es un monstruo: se volvió poeta, a las pocas semanas, ya no; poco después, futbolero, pacifista, anti-AMLO...

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OJO POR OJO ÁLVARO CUEVA ¡atrévase a opinar! alvarocuev­a@milenio.com

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