La Chiquitibum
Era 1986 y el país aún se recuperaba del sismo y una cantidad más de tragedias, ya fueran políticas, económicas e incuso desastres creados por el hombre. Antes de septiembre del año pasado, hubiese sido casi imposible explicarle emocionalmente cómo nos encontrábamos en esos momentos como nación. Sin ánimos de comparar, pero si ahora hacía falta una enorme felicidad, entonces era urgente.
Por eso me llamó tanto la atención ver a batalla de coyunturas, actitudes e incluso de fanatismos en no solo varias entradas de Facebook, sino en conversaciones entre amigos y conocidos.
En tiempos del Mundial es inevitable que algún reportero tenga la consigna de ir a buscar a Mar Castro, la mujer quien, evidentemente sin brasier, celebraba solo unos segundos a la selección mexicana durante nuestro Mundial en un comercial de cerveza. Como niña de secundaria debo admitir mi terror y fascinación por el hecho. Recuerden, era 1986 y poco nos platicaban de implantes y silicones. Así que muchas asumíamos que si la situación que estábamos viviendo progresaba rápidamente ese podía ser nuestro extraño futuro. Otras, que aún no llegaban a ese punto, solo se ponían tristes por lo que pensaban que nunca llegarían a tener.
Hoy en día, en los tiempos del posporno (donde el desnudo, actos sexuales y exposición son para darle placer a quien lo está haciendo y no para ser cosificada por el otro sexo) es interesante ver las reacciones a los inocentes momentos de nostalgia que muchas han subido a sus redes o a sus conversaciones.
“¿Cómo te atreves?”, una conocida le gritó a otro. “Esa es parte de un México que ya fue. Y nunca vamos a volver?” ¿En serio? ¿Tema superado? Échenle un ojito a la televisión abierta a ver si siguen pensando eso. Pero aún más importante: ¿molesta porque es políticamente incorrecto? ¿O porque es síntoma de una evidente misoginia que en ocasiones es imposible controlar en la euforia del futbol?
La verdad a mí no me hizo daño la Chiquitibum en cuanto a la comprensión de mí misma, pero estoy segura que a muchas mujeres que no tenían buenos ejemplos en casa, sí. Por ahí muchos añoran tiempos más sencillos, “donde no nos ofendíamos por todo”, dicen.
Pero en realidad no es ni un tema de ofensa ni de ser políticamente correcto. Si una mujer quiere desnudarse, qué bueno que vivimos en una sociedad donde “sí se puede”. Pero seamos honestos. Y creo que hemos visto el caso a todo lo que da en nuestros escandalitos sexuales de este Mundial. ¿Quién sale agredido? ¡Las mujeres! Los hombres solo hacen lo que los hombres hacen, ¿no? Así que no, no creo que la Chiquitibum sea nuestro problema. Es solo un síntoma de una disfunción con a que llevamos décadas y décadas. Y, por cierto, señores, aunque les encante, ¡esa mujer debe haber terminado con un dolor de espalda y más después de esa grabación! El sostén no es solo para reprimirnos, como unos creen. Cumple lo que su nombre promete.