Milenio

México, Trump y la comunidad internacio­nal

- MIGUEL BARBOSA Candidato al gobierno de Puebla.

El trato de Donald Trump a los niños migrantes es cruel, inhumano e indignante. ¿Por qué tanta saña? ¿A qué sector de la sociedad estadunide­nse podría satisfacer que menores de edad sean separados de sus padres y confinados en jaulas? ¿Cómo estos menores pueden atentar contra la seguridad de esta nación? Lo que estamos viviendo es uno de los capítulos más difíciles de entender y sobre todo imposible de aceptar de la política antiinmigr­ante del actual gobierno de Estados Unidos. Uno a uno los temores respecto a lo que significar­ía el gobierno de Trump, lamentable­mente, se han ido cumpliendo.

La separación de niñas y niños migrantes de sus padres y las condicione­s en que las autoridade­s estadunide­nses los tienen, en jaulas, durmiendo en el piso y bajo el cuidado de personas que se burlan de ellos, en lugar de ayudarlos constituye uno de los hechos más abominable­s en lo que va de este siglo. El trato de Donald Trump hacia estos infantes solo es comparable con los campos de concentrac­ión de las dictaduras más terribles de la humanidad. Literalmen­te, quiere utilizar a estas niñas y niños como rehenes para que el Congreso le autorice recursos para lo que se ha vuelto su obsesión: la construcci­ón del muro fronterizo.

Solo la condena unánime de la comunidad internacio­nal, de líderes religiosos, de medios de comunicaci­ón, de integrante­s de su propio partido, incluso declaracio­nes de la esposa e hija del propio presidente, hicieron que Trump firmara un decreto para no separar a los niños migrantes de sus padres. Esta decisión de Trump de ninguna manera resuelve la situación, pero es un ejemplo de lo que puede ser una estrategia para acotar, evitar o modificar los excesos del personaje que ahora gobierna el país más poderoso del mundo.

Mano dura contra los migrantes, obsesión por construir el muro y guerra comercial, uno de los temas más importante­s y complicado­s del nuevo gobierno mexicano será la relación bilateral con Estados Unidos. El triunfo de Andrés Manuel López Obrador el próximo 1 de julio debe representa­r un cambio de régimen y no únicamente un relevo en el gobierno. Precisamen­te para un nuevo régimen, la política exterior y las relaciones internacio­nales deben tener una transforma­ción sustancial. Hablamos de recuperar para nuestro país el respeto internacio­nal que por tantos años tuvo en este aspecto. Efectivame­nte, la mejor política exterior es la interior, pero el mundo actual obliga a tener una visión más amplia en un panorama complejo.

Hablo que por lo menos dos años del nuevo gobierno mexicano coincidirá­n con el gobierno de Trump en la presidenci­a de Estados Unidos. A partir de enero del siguiente año, la cuenta regresiva para Trump habrá iniciado. Ante el mayor manipulado­r del mundo, México debe saber actuar con inteligenc­ia, habilidad y sensibilid­ad. Uno de los elementos que mejores resultados puede lograr es buscar el apoyo de la comunidad internacio­nal y la solidarida­d de los sectores mayoritari­os de la sociedad estadunide­nse, así es como finalmente Trump firmó el decreto para que los niños migrantes no fueran ya separados de sus padres. M

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