México, Trump y la comunidad internacional
El trato de Donald Trump a los niños migrantes es cruel, inhumano e indignante. ¿Por qué tanta saña? ¿A qué sector de la sociedad estadunidense podría satisfacer que menores de edad sean separados de sus padres y confinados en jaulas? ¿Cómo estos menores pueden atentar contra la seguridad de esta nación? Lo que estamos viviendo es uno de los capítulos más difíciles de entender y sobre todo imposible de aceptar de la política antiinmigrante del actual gobierno de Estados Unidos. Uno a uno los temores respecto a lo que significaría el gobierno de Trump, lamentablemente, se han ido cumpliendo.
La separación de niñas y niños migrantes de sus padres y las condiciones en que las autoridades estadunidenses los tienen, en jaulas, durmiendo en el piso y bajo el cuidado de personas que se burlan de ellos, en lugar de ayudarlos constituye uno de los hechos más abominables en lo que va de este siglo. El trato de Donald Trump hacia estos infantes solo es comparable con los campos de concentración de las dictaduras más terribles de la humanidad. Literalmente, quiere utilizar a estas niñas y niños como rehenes para que el Congreso le autorice recursos para lo que se ha vuelto su obsesión: la construcción del muro fronterizo.
Solo la condena unánime de la comunidad internacional, de líderes religiosos, de medios de comunicación, de integrantes de su propio partido, incluso declaraciones de la esposa e hija del propio presidente, hicieron que Trump firmara un decreto para no separar a los niños migrantes de sus padres. Esta decisión de Trump de ninguna manera resuelve la situación, pero es un ejemplo de lo que puede ser una estrategia para acotar, evitar o modificar los excesos del personaje que ahora gobierna el país más poderoso del mundo.
Mano dura contra los migrantes, obsesión por construir el muro y guerra comercial, uno de los temas más importantes y complicados del nuevo gobierno mexicano será la relación bilateral con Estados Unidos. El triunfo de Andrés Manuel López Obrador el próximo 1 de julio debe representar un cambio de régimen y no únicamente un relevo en el gobierno. Precisamente para un nuevo régimen, la política exterior y las relaciones internacionales deben tener una transformación sustancial. Hablamos de recuperar para nuestro país el respeto internacional que por tantos años tuvo en este aspecto. Efectivamente, la mejor política exterior es la interior, pero el mundo actual obliga a tener una visión más amplia en un panorama complejo.
Hablo que por lo menos dos años del nuevo gobierno mexicano coincidirán con el gobierno de Trump en la presidencia de Estados Unidos. A partir de enero del siguiente año, la cuenta regresiva para Trump habrá iniciado. Ante el mayor manipulador del mundo, México debe saber actuar con inteligencia, habilidad y sensibilidad. Uno de los elementos que mejores resultados puede lograr es buscar el apoyo de la comunidad internacional y la solidaridad de los sectores mayoritarios de la sociedad estadunidense, así es como finalmente Trump firmó el decreto para que los niños migrantes no fueran ya separados de sus padres. M