Santo o superhéroe
Argentina nada más no puede ganar algo relevante contando con el mejor jugador que a muchos nos ha tocado ver.
Es irónico que un país con tanto talento humano se encuentre sumido en constantes crisis en lo económico y futbolístico.
También es una pena que entre tanto discurso futbolístico en aquella nación, no se encuentre a un poeta pragmático que ponga a jugar al equipo en el esquema blaugrana que sienta mejor a Messi.
Quizá sea el momento para buscar soluciones extranjeras para el banquillo de la Albiceleste. Hay que recordar que Guardiola fue quien cambió la dieta de Messi y con ello catapultó al astro argentino a alcanzar el enorme potencial que las constantes lesiones limitaban.
La solución pudiera estar afuera y no en el convulso entorno de esta nación sudamericana. Es probable que el resultado de ayer también sea producto de una Liga que ha perdido atractivo y competitividad.
De la lista de 23 convocados, 20 juegan fuera de su país. Algo que se pudiera pensar normal, pero que también puede interpretarse como sintomático de una competencia que ya no aporta jugadores a su selección y de la cual el futbolista emigra a la primera oportunidad de salir.
Es muy triste ver a esta albiceleste. Una selección que no sabe cómo ganar aun con el mejor jugador del mundo en su alineación. No es agradable tampoco observar una Liga que se ha venido abajo, a pesar del gran talento que brota de sus campos. Probablemente reflejo de una nación que, a pesar de contar con un gran capital humano, no logra despegar en términos económicos.
Argentina me recuerda mucho a México en este sentido. Nosotros nos encomendamos a la virgen de Guadalupe y a un salvador el próximo 1 de julio, mientras ellos depositan toda su fe en San Lionel.
Un futbolista fantástico, el mejor que yo he visto y un auténtico modelo a seguir. Aun así, este Mundial nos ha terminado de demostrar que Messi es un superhéroe, pero no un dios.
El uniforme blaugrana y el entorno catalán le permiten mostrar sus súper poderes; sin embargo es muy injusto pedirle milagros y respaldar con su zurda el eterno discurso de los múltiples poetas pamperos.