Ante la probable desaparición del PRI
El desprestigio del presidente Peña, el proceso de debilitación de los aparatos corporativos, la debilidad del presidencialismo y la existencia de una competencia real en la elección presidencial, sumados o formando parte de la bajísima intención de voto de casi todas las candidaturas del PRI, tanto a la Presidencia, a las gubernaturas (donde de nueve solamente en una tiene posibilidades el tricolor), a senadurías, a diputaciones federales y locales e incluso a presidencias municipales y alcaldías, prefiguran un desastre priista.
A todo lo anterior hay que agregar la creciente tendencia de cambio de “chaqueta” de cientos de priistas a niveles de cuadros medios y seguramente de cientos de miles de base que están migrando del PRI a Morena.
Esos factores constituyen un fenómeno insólito en casi un siglo de hegemonía priista en la vida nacional. México sin el PRI será algo completamente desconocido.
Aunque ello ocurra, la paradoja es que esa desaparición política no necesariamente será su muerte ideológica, sino quizá su renacimiento.
Además del presidencialismo, el corporativismo y la ausencia de competencia electoral genuina, el PRI basó su hegemonía a través de la ideología de la Revolución mexicana.
El llamado nacionalismo revolucionario y el estatismo no solamente no desaparecerán, sino resurgirán muy fortalecidos con el virtual triunfo de Morena y AMLO.
Una transición desconocida nos puede conducir a una restauración de toda la vieja cultura política estructurada en torno a la ideología de la Revolución mexicana.
Más allá o más acá de las trifulcas entre la partidocracia y de su obscenidad, el actual proceso electoral está confirmando la inmensa fuerza del estatismo nacionalista en un segmento mayoritario de la sociedad.
Por supuesto que el rechazo a un modelo que se identifica como neoliberalismo y su desastrosa política en materia de nulo crecimiento económico, el incremento sostenido de la desigualdad y la pobreza, la violencia al borde de la guerra civil por la estupidez de una política de combate al narcotráfico y una obscena corrupción explican la probable victoria del estatismo nacionalista de AMLO, Morena y su “carro completo”. M