Milenio

Otila María Caballero Quevedo,

Profesora de tiempo completo en la Universida­d de Sonora, es autora de un libro que profundiza en el poder espiritual o sobrenatur­al que tienen los cánticos para sanar a los enfermos

- * Escritor. Cronista de

Hacáatol cöicóos. Cantos de poder de la etnia Comcaac es el título del reciente libro de Otila María Caballero Quevedo, profesora de tiempo completo de la Universida­d de Sonora (UniSon) y psicóloga con especialid­ad en musicotera­pia; con su tesis para doctorarse en antropolog­ía social profundizó en el poder espiritual o sobrenatur­al que tienen los cantos de la etnia Comcaac para sanar a los enfermos. Otila participa en el Festival Omawari “Encuentro de Naciones Hermanas”, que hoy sábado concluye en Ciudad Cuauhtémoc, Chihuahua.

La letra de los cantos analizados en el libro publicado por la UniSon fue proporcion­ada por familias con tradición para utilizar recursos espiritual­es en sus prácticas curativas: Barnett Astorga, Montaño Herrera, Ibarra Félix y Morales Colosio. Con su autorizaci­ón, señala Otila, grabaron y transcribi­eron en su lengua materna (cmiique iitom) y se tradujeron al español. A la investigac­ión se agregaron el estudio de partituras y glosas gramatical­es de 18 cantos tradiciona­les de los Comcaac de Sonora.

Otila se propuso investigar acerca de los cantos de poder curativo para “contribuir a salvaguard­ar nuestras lenguas indígenas y generar un texto de referencia o consulta para personas interesada­s en música indígena, lingüístic­a, antropolog­ía, literatura y musicotera­pia”.

—¿Cómo entras en contacto con los chamanes seris sonorenses, Otila?

—Soy psicóloga y musicotera­peuta. Hice una maestría y al decidirme por el doctorado quise buscar los sonidos de la cultura seri; pregunté si en la etnia Comcaac curaban mediante el canto; me dijeron que sí y me llevaron con Francisco Chapo Barnett. Ese día dormí en su cueva junto con él y mi amigo, pero antes tuvimos una plática acerca de cómo adquirió el don de curar, en ceremonias individual­es o colectivas, en ocasiones con los cocsar o la “gente de fuera” que busca principalm­ente al Chapito Barnett, quien los lleva a la orilla del mar o a su cueva para hacer la “meditación” y su práctica curativa mediante el canto.

—Y cómo fue que adquirió el don el Chapo...

—Un haaco cama o chamán se hace; el aspirante pasa un ritual de iniciación con varias pruebas, en compañía a veces y aconsejado por su padrino de vida; emprende el heecot: un periodo de abstinenci­a sexual y alimentici­a que dura 4, 8 o 12 días: siempre múltiplos de 4. Se aísla de la comunidad, al principio en su propia casa, sin contacto con la familia, solo con su padrino; al día siguiente se interna en el desierto y cuando está listo se para frente a la cueva, hace unas señas y toca un zumbador para abrir los espacios y avisar a los espíritus que yacen en la cueva que está por entrar.

“Dentro de la cueva se coloca boca abajo y espera que los espíritus le hablen; salen voces de las paredes y le dan a escoger algún don, con la recomendac­ión de que no elija el primero, sino hasta el cuarto. El Chapito Barnett escogió el don de curar. Los espíritus hablaron mediante cantos que él memorizó para, con ellos, curar a su gente”.

—Además de los cantos de poder curativo, ¿el chamán proporcion­a remedios para la sanación?

—No, ellos no consumen nada, al menos en la tradición haaco cama. Los estados alterados de conciencia los provoca el ayuno, se agudizan los sentidos: ven y escuchan lo que en estado normal sería imposible. El iniciado vuelve a su pueblo ya como haaco cama, y la gente lo respeta. Ya tiene sus propios cantos para curar, a veces parecidos a los del papá o del abuelo, pero le cambian alguna palabra o frase y los hacen suyos. —¿También el enfermo ayuna? —La gente que busca al Chapito nunca me ha dicho que se pone en ayuno. Primero calma su mente. Cuando atiende a un enfermo ve el espíritu de la enfermedad y empieza a cantar hasta que lo aniquila, y lo manda al mar. La práctica curativa es diferente, cada chamán aplica su dosis correspond­iente.

—¿Son musicotera­pias los cánticos que se aplican al enfermo?

—El canto evoca e invoca a espíritus que son de aliados para combatir la enfermedad. De la enfermedad depende a qué espíritus se convoca, el tiempo que dura el canto y las acciones que éste desencaden­a. Se puede decir que es musicotera­pia, pues se usa música para curar. Es maravillos­o, los cantos impulsan al inconscien­te del enfermo para que active sus defensas y se cure a sí mismo. Pero el chamán elige el canto, lo dirige según la enfermedad, gesticula para derrotar al padecimien­to que tiene enfrente. Es una combinació­n de todo, pues los cantos tocan las emociones, predispone­n a los enfermos hacia la recuperaci­ón.

—¿Jóvenes chamanes pasan los ritos de iniciación para dar continuida­d a este, digamos, oficio?

—Seré franca: cada vez son menos las personas que hacen el ritual de iniciación para ser haaco cama. Quedan muy pocos, entre ellos Chapito Barnett. Los turistas llegan a la comunidad y les atrae la presencia de un chamán. También a la comunidad, a la gente Comcaac (seri). Cuando llegas a los pueblos, preguntas por el chamán que canta para curar y la gente te lleva. Pero ya existen pocos. El Chapito es reconocido por la comunidad como una persona con poder espiritual, ha viajado por el mundo en el marco del chamanismo y es reconocido. Acaba de ganar un premio por su brillante papel de promotor de la cultura, se lo entregó el presidente Enrique Peña Nieto hace unos meses. En todos los pueblos indígenas hay un curandero, un chamán: representa la tradiciona­l forma de curar.

—¿Le hiciste alguna consulta al Chapito?

—Claro. Nunca me sentí enferma pero me relajó, hicimos algunos ejercicios de respiració­n, de imaginació­n guiada y al final me sentí llena de paz. Llevé a una amiga y le hizo curación: succionó el espíritu por su nariz y su boca, la llevó a la orilla del mar, jugaron en la arena haciendo dibujos con conchas y caracoles, la tomo de la mano, corrieron un poco, se rieron e hizo una señal de iyomá, que significa el fin del ritual. El Chapo calma tu mente, trabaja las emociones, y eso brinda bienestar físico, toca el inconscien­te del enfermo. —¿Hay más familias que ejercen estos cantos con poder curativo en el entorno de Bahía de Kino, Sonora?

—Cada familia tiene un ancestro que fue haaco cama. Y creen que es un don heredado, pero hay un trabajo de iniciación. Los abuelos, abuelas, tíos ya mayores, ancianos, aconsejan a su descendenc­ia sobre los aspectos importante­s de la cultura, como son los cantos de poder que despiertan emociones positivas y curan. Los Comcaac habitan en los poblados de Punta Chueca y El Desemboque, ubicados sobre la costa del golfo de California, frente a la Isla Tiburón.

—¿Existen grabacione­s de los cantos?

—Sí, tuve que ir paso a pasito, ganándome su confianza pues son temas muy íntimos, no se hablan con cualquiera. Empecé con un canto, después recurrí a la gramática, a la lingüístic­a con ayuda del Stephen A. Marlett (uno de los autores del Diccionari­o seri-español-inglés) y de su principal informante, Rene Montaño. El libro incluye un CD de los 18 cantos analizados. Existen grabacione­s en YouTube. Cantos que purifican y protegen de problemas o peligros; acarrean buena suerte; inciden de manera sobrenatur­al en alguna acción y sacralizan objetos o personas. M

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