Milenio

Portada de Time y punto para Trump

- Alfredo C. Villeda www.twitter.com/acvilleda

Punto para la Casa Blanca. En medio del escándalo internacio­nal por la política migratoria estadunide­nse de tolerancia cero, a cargo de la secretaria de Seguridad Nacional, Kirstjen Nielsen, la revista

Time añadió un flanco de debate con una de sus polémicas portadas, esta vez una composició­n echando mano de la foto de una niña hondureña que llora desesperad­a y otra imagen de un gigante Donald Trump frente a ella, todo en fondo rojo con la cabeza: “Welcome to America”.

Por elementos de debate no ha quedado. La separación de familias, los niños en jaulas, la reacción tardía de la comunidad internacio­nal, la lentitud aún más pasmosa del gobierno de Enrique Peña Nieto, las protestas contra la secretaria que cenaba en un restaurant­e mexicano, los reproches de Ivanka y Melania Trump al magnate, la chamarra de la first lady con una controvert­ida leyenda y la corrección con un decreto presidenci­al. ¿Qué pasó con la portada de

Time? Su impacto fue inmediato y pronto se esparció por todo el mundo gracias a las redes sociales. Pero del golpe periodísti­co, de oportunida­d, se pasó a las aclaracion­es. Del padre de la niña. Del agente fronterizo que detuvo a la madre. Del fotógrafo autor de la instantáne­a de la niña. De la Casa Blanca y del propio Trump con un infaltable tuit.

En la foto original, la pequeña hondureña de dos años llora y mira al agente de la Patrulla Fronteriza Carlos Ruiz, quien acaba de detener a la pequeña y a su madre, que cruzaron el río Bravo rumbo a Texas. Juntas las trasladaro­n a un centro de retención, de acuerdo con el testimonio del policía al canal CBS. Es decir, nunca fueron separadas.

Denis Javier Varela Hernández, esposo y padre de las detenidas, es una segunda fuente que corroboró que ambas estaban juntas, dato que supo por una llamada que le hizo el Ministerio de Relaciones Exteriores de Honduras, asegurándo­le que no hubo tal separación. A su vez, el autor de la foto, John Moore, un ganador del Pulitzer que colabora con Getty Images, dice haber hablado con la madre durante la captura, quien le contó que llevaban un mes viajando, pero no supo adónde fueron enviadas y tampoco si fueron separadas.

Después vino el tuit de Trump: “Nuestra frontera sur debe seguir fuerte. No podemos permitir que nuestro país sea invadido por inmigrante­s ilegales mientras los demócratas cuentan sus falsas historias de tristeza y duelo, esperando que eso los ayude en las elecciones”. En medio del debate, Time debió agregar un texto en el que reconoce que describió de forma errónea lo que sucedió a la menor después de ser sacada de la escena. Es decir, se equivocó con su montaje.

Sin embargo, una corriente de opinión, adversa a Trump definitiva­mente, ha sostenido que la imagen conserva su valor como un símbolo de la crisis derivada de la separación de familias de inmigrante­s, revocada ya por el jefe de la Casa Blanca, y argumenta que al final de cuentas la foto de la niña es real, con lo que se quiere desarmar la predecible respuesta del gobierno, fake

news, como lo escribió la vocera Sarah Sanders, quien tachó de vergonzoso que demócratas y medios explotaran la foto de una pequeña niña que nunca fue separada de su madre.

El drama humano siempre es el más impactante en el periodismo y el golpe de Time fue oportuno, pues en medio del debate aportó su ejercicio para que hubiera una marcha atrás de Trump, si bien haya manipulado imágenes y hechos. Una situación extrema como la que están viviendo unos 2 mil 300 niños y jóvenes, que padecen además de la separación familiar el encierro en jaulas, no requiere elementos dramáticos ni retoques fuera de la realidad. Es de suyo un suceso reprobable, inmoral, muy periodísti­co, al que de poco o de nada le sirven ornamentos.

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