Encuestas
En estos días todo mundo habla de encuestas. Principalmente respecto a la elección del próximo domingo. Pero el año pasado se llevó a cabo otra encuesta importante.
Se trata de la Enpecyt, Encuesta sobre la Percepción Pública de la Ciencia y la Tecnología, que desde 1997 lleva a cabo el Inegi a petición del Conacyt, y que busca conocer qué tanto interés, y qué conocimientos y actitudes, tienen los ciudadanos mexicanos hacia esos temas.
Se realiza mediante entrevistas en 3 mil 200 hogares en 32 áreas urbanas con más de 100 mil habitantes de todo el país. Los encuestados tienen de 18 años en adelante.
Hay pocas sorpresas: 36 por ciento de los encuestados tiene interés grande o muy grande en la ciencia y tecnología, 39 por ciento moderado, y un preocupante 25 por ciento dijo no tener alguno. Para comparar, solo 16 por ciento dijo tener un interés grande o muy grande sobre política, y 43 por ciento nulo. Pero la cosa cambia cuando se pregunta más específicamente sobre ciencias exactas: ahí el interés alto o muy alto es de solo 23 por ciento y el nulo de 42 por ciento; casi tan mal como en política.
En cuanto a conocimientos y actitudes, el panorama es aún menos halagüeño: 63 por ciento declara no consultar siquiera información sobre ciencia y tecnología. (Es interesante ver que los medios que consulta el público que sí busca dicha información son prioritariamente impresos: revistas con 49 por ciento y periódicos con 44 por ciento.)
Es curioso que, aunque 24 por ciento dijo estar bien o muy bien informado en cuanto a ciencia y tecnología (contra 40 por ciento en deportes, 18 por ciento en política y 24 por ciento en espectáculos), a la hora de responder preguntas, aunque 96 por ciento de los encuestados saben que fumar causa cáncer, 88 por ciento que el centro de la Tierra es muy caliente y 85 por ciento que el ser humano llegó a la Luna, 65 por ciento responde que la Tierra da una vuelta al Sol en un mes, y solo 19 por ciento sabe que los antibióticos no son eficaces para combatir infecciones virales.
Y aunque un elevado 92 por ciento opina que el gobierno debería invertir más en investigación científica, un desalentador 46 por ciento está de acuerdo con que “debido a sus conocimientos, los investigadores científicos tienen un poder que los hace peligrosos”, y un francamente alarmante 77 por ciento está de acuerdo o muy de acuerdo en que “existen medios adecuados para el tratamiento de enfermedades que la ciencia no reconoce, como acupuntura, quiropráctica, homeopatía y limpias”. En otras palabras, tres cuartas partes de la población no tiene la capacidad para distinguir entre ciencia y pseudociencia, ni siquiera cuando se trata de su salud. La encuesta tiene muchísimos más datos a los que se les puede sacar mucho jugo (puede hallar toda la información aquí: bit.ly/2tz026L). Pero en general, pinta un panorama poco gratificante: quizá el mexicano no tiene una percepción tan mala de la ciencia, pero su conocimiento científico sí tiene grandes y peligrosas lagunas. Al final, yo diría que los resultados dejan claro que hay que reforzar la enseñanza de la ciencia, sobre todo en los niveles básico y medio (incluyendo hábitos de pensamiento crítico e importancia social de la ciencia y la tecnología), y por supuesto las actividades de divulgación científica, a través de todos los medios, para toda la población. Ningún esfuerzo e inversión que se haga en esa dirección será demasiado.