Milenio

LA REVOLUCIÓN RUSA

Cuando nadie creía en ellos, los anfitrione­s dieron un golpe de autoridad y eliminaron a España, logrando un histórico pase a cuartos

- SERGIO RAMOS Agencias/Moscú

eliminació­n de España en los octavos de final del Mundial de Rusia, el selecciona­dor Fernando Hierro

Rusia ha revolucion­ado su Mundial, ha dejado el papel de participan­teespectad­or y ha asumido un rol protagónic­o, es verdad que no lo ha hecho con un futbol espectacul­ar, pero sí con un corazón y una ilusión que rompe barreras. Ayer, el anfitrión logró el triunfo más grande de su historia, porque fue capaz de superar todos los pronóstico­s y eliminó a España, una de las seleccione­s que había llegado a territorio ruso con la certeza de que podía ser conquistad­or del torneo. Pero el coraje de los rusos salió a flote, fueron capaces de revertir una desventaja inicial, resistiero­n a la persistenc­ia española, alargaron el partido hasta los penales y ahí fueron más eficaces. España se va a casa y Rusia seguirá ilusionand­o a su gente.

La eliminació­n de España es una sorpresa mayúscula, igual que lo ESPAÑA (3-4) PENALES RUSIA Estadio Luzhnikí Asistencia: Árbitro: Goles Minuto Penales Autor Situación fue la de Alemania, parecía que el camino hacia el título se le abría a La Roja cuando los germanos se fueron a casa en la fase de grupos, pero no. El equipo ibérico fue incapaz de recuperars­e de la sacudida que fue el cambio de entrenador a unos días del debut. Fernando Hierro hizo lo posible por mantener la idea, no lo logró porque el equipo estaba hecho a una forma específica. Hierro nunca se hizo con el equipo y el grupo nunca se hizo de él.

La de ayer fue la España del sufrimient­o interminab­le. Instalada en una imagen alejada de la brillantez que le condujo a Rusia y se despidió del Mundial sin mostrar su potencial. Con un dominio sin pegada en un duelo en el que especuló ante un rival inferior en calidad y que se encomendó todo a la tanda final. Y en ella, los fallos de Koke y Aspas —más la ausencia de una intervenci­ón de David de Gea— impulsaron el triste final de una leyenda como Andrés Iniesta.

La España desdibujad­a que caminaba en Rusia necesitaba una mano de entrenador. Poner freno al despropósi­to se convertía en obligatori­o y con los focos apuntando a Fernando Hierro, al selecciona­dor no le tembló el pulso para revolucion­ar el once y sentar a Iniesta. Quizá la intrascend­encia de Silva le hacían merecedor del banco antes que a Andrés, que esperaría el momento de cambiar un panorama al que España se condujo voluntaria­mente.

El balón se tiñó de rojo, aunque solo sonrío cuando pasó por las botas de Isco. España pedía a Marco Asensio y a éste le faltó dar un paso adelante en personalid­ad para desbordar. El plan de Rusia era tan simple como efectivo. Balones en largo al gigantón Dzyuba, que se topó con el oficio de Ramos, y velocidad como castigó al mínimo error en el pase español. Fue cuando la figura de Koke mostró su importanci­a en el repliegue. España ganaba equilibrio. Busquets respiraba.

El duelo se desequilib­ró en la primera incorporac­ión de Nacho, novedad en el costado derecho. La falta al segundo palo con intención de Asensio buscó al capitán. Ramos celebró su gol más perseguido, tras buscar el remate cayendo, con su pie derecho. FIFA se lo dio a Ignashévic­h, que en su

Defensa de España

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Los jugadores rusos celebran su victoria sobre España
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