LA REVOLUCIÓN RUSA
Cuando nadie creía en ellos, los anfitriones dieron un golpe de autoridad y eliminaron a España, logrando un histórico pase a cuartos
eliminación de España en los octavos de final del Mundial de Rusia, el seleccionador Fernando Hierro
Rusia ha revolucionado su Mundial, ha dejado el papel de participanteespectador y ha asumido un rol protagónico, es verdad que no lo ha hecho con un futbol espectacular, pero sí con un corazón y una ilusión que rompe barreras. Ayer, el anfitrión logró el triunfo más grande de su historia, porque fue capaz de superar todos los pronósticos y eliminó a España, una de las selecciones que había llegado a territorio ruso con la certeza de que podía ser conquistador del torneo. Pero el coraje de los rusos salió a flote, fueron capaces de revertir una desventaja inicial, resistieron a la persistencia española, alargaron el partido hasta los penales y ahí fueron más eficaces. España se va a casa y Rusia seguirá ilusionando a su gente.
La eliminación de España es una sorpresa mayúscula, igual que lo ESPAÑA (3-4) PENALES RUSIA Estadio Luzhnikí Asistencia: Árbitro: Goles Minuto Penales Autor Situación fue la de Alemania, parecía que el camino hacia el título se le abría a La Roja cuando los germanos se fueron a casa en la fase de grupos, pero no. El equipo ibérico fue incapaz de recuperarse de la sacudida que fue el cambio de entrenador a unos días del debut. Fernando Hierro hizo lo posible por mantener la idea, no lo logró porque el equipo estaba hecho a una forma específica. Hierro nunca se hizo con el equipo y el grupo nunca se hizo de él.
La de ayer fue la España del sufrimiento interminable. Instalada en una imagen alejada de la brillantez que le condujo a Rusia y se despidió del Mundial sin mostrar su potencial. Con un dominio sin pegada en un duelo en el que especuló ante un rival inferior en calidad y que se encomendó todo a la tanda final. Y en ella, los fallos de Koke y Aspas —más la ausencia de una intervención de David de Gea— impulsaron el triste final de una leyenda como Andrés Iniesta.
La España desdibujada que caminaba en Rusia necesitaba una mano de entrenador. Poner freno al despropósito se convertía en obligatorio y con los focos apuntando a Fernando Hierro, al seleccionador no le tembló el pulso para revolucionar el once y sentar a Iniesta. Quizá la intrascendencia de Silva le hacían merecedor del banco antes que a Andrés, que esperaría el momento de cambiar un panorama al que España se condujo voluntariamente.
El balón se tiñó de rojo, aunque solo sonrío cuando pasó por las botas de Isco. España pedía a Marco Asensio y a éste le faltó dar un paso adelante en personalidad para desbordar. El plan de Rusia era tan simple como efectivo. Balones en largo al gigantón Dzyuba, que se topó con el oficio de Ramos, y velocidad como castigó al mínimo error en el pase español. Fue cuando la figura de Koke mostró su importancia en el repliegue. España ganaba equilibrio. Busquets respiraba.
El duelo se desequilibró en la primera incorporación de Nacho, novedad en el costado derecho. La falta al segundo palo con intención de Asensio buscó al capitán. Ramos celebró su gol más perseguido, tras buscar el remate cayendo, con su pie derecho. FIFA se lo dio a Ignashévich, que en su
Defensa de España