Un reset a la mexicana
El margen del triunfo obtenido por Andrés Manuel López Obrador y su improbable coalición en las elecciones del domingo pasado le permite disfrutar del tipo de influencia con el que sueña cualquier político.
AMLO ganó con más de 50 por ciento del total de los votos registrados en la elección presidencial, convirtiendo a una de las figuras más polarizantes de la política mexicana en el candidato a la Presidencia más votado en la historia del país.
Un poderoso mandato para una figura que hace poco muchos consideraban políticamente irrelevante. Con este resultado, López Obrador tendrá la capacidad de aprobar presupuestos, modificar leyes y reformar la Constitución sin una oposición real en el Congreso. La enchilada completa.
También contará con el espacio necesario para renegociar el TLC y enfrentar a Donald Trump en términos en los que Enrique Peña Nieto nunca pudo hacerlo.
AMLO cuenta con el capital político suficiente para tomar decisiones necesarias, pero dolorosas ante el estado de la relación bilateral.
Si la violencia, la corrupción y la creciente desigualdad entre los mexicanos deben ser prioridad para el nuevo gobierno, la existencia de un vecino hostil al frente del gobierno estadunidense debe considerarse un asunto de máxima urgencia para la administración entrante.
La primera interacción entre Trump y López Obrador parece haberse dado en buenos términos. Esperemos que el resultado de la elección sirva también para resetear la relación bilateral y comenzar a curar las heridas que han dejado casi dos años de malos tratos desde Washington.
Veremos si las elecciones legislativas en noviembre con su esperada dosis antiMéxico, no termina con la luna de miel antes de que comience. M