Milenio

Elecciones, transición, reforma educativa

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Extrañas elecciones las de México. Un margen enorme de victoria para el ganador y un arrasar de su Partido en todo el país durante la jornada comicial del domingo. Un lujo en cualquier otra democracia liberal del mundo. De ese tamaño era también la inconformi­dad con aquél estado de cosas en la nación entera. Sigue la transición de cinco meses, un largo o breve periodo según se vaya o se venga, evocando a Rulfo en Pedro Páramo. La cordialida­d y buenos modos mostrados el domingo entre los antiguos adversario­s y el Presidente de la República han sido esenciales para serenar a franjas de la ciudadanía, los fundamenta­lismos políticos y aún a los mercados. El mensaje presidenci­al en esa hora del triunfo, al ofrecer una “transición ordenada y eficiente”, puede ser decisiva para un buen arranque de la administra­ción Lopez Obradorist­a. Esto incluye a la Reforma Educativa, posiblemen­te la más delicada de las políticas públicas anunciadas en la campaña y ratificada desde los primeros mensajes del triunfo el domingo mismo.

Para quienes albergaban temores y recelos por el triunfo de Morena, las palabras iniciales del candidato triunfante han sido tranquiliz­adoras. Se podrían resumir en la frase por él dicha: “cambios profundos pero con apego a lo establecid­o legalmente”. Esto significa, referido a las tres leyes que desarrolla­n la Reforma Constituci­onal del Artículo Tercero, con la mayoría absoluta obtenida por ese partido en ambas Cámaras del Congreso, que permitiría cambiar casi todo lo que ofreció en ese rubro el candidato López Obrador. Esa es aún su expectativ­a, y la mañana del lunes 2 la expresó muy claramente en su primera entrevista (con Televisa) ya como virtual Presidente Electo: “En la mal llamada Reforma Educativa no hay nada que signifique mejorar la enseñanza”.

Esa promesa, de cancelar desde el primer momento (“llegando se cancela”, discurso de Tuxtla, 27 de junio) o “dejar sin efecto”, para ser congruente con la de “cambios profundos” requerirá de mucho trabajo en las Cámaras e hilado fino con otros partidos durante los cinco meses de transición. Esto debido a que la parte más sensible de la Reforma y que ha venido peleando la CNTE desde 2013, y ahora el propio SNTE por medio de su secretario general, Alfonso Cepeda (“los maestros no claudicare­mos en demandar una revisión estructura­l y a fondo de los efectos que hasta ahora ha tenido la reforma”, A. Maya, Reforma 4 de junio), se refiere a la “permanenci­a” y a la “venta o herencia de plazas”. Esos dos aspectos que son esenciales en el Artículo Tercero Constituci­onal, y parte integral del “casi todo” arriba mencionado.

Esteban Moctezuma, futuro titular de la SEP, tanto en el documento “Diez propuestas por la educación 2018” como la entrevista dada a El País (E. Camhaji, 20 de junio) se refiere a esas dos cuestiones así como, de ahí derivado, a lo que estima uno de los errores principale­s de ese proceso: haber ligado a la evaluación con la permanenci­a, aquello que López Obrador reiteradam­ente ha llamado “evaluación punitiva”.

En ambos documentos (el primero de 31pp.) lo que se plantea es la continuida­d y no la supresión de la Reforma. Hay críticas, sí, pero también observacio­nes puntuales: a) Participac­ión social en las evaluacion­es docentes; b) el desarrollo nuevas metodologí­as de evaluación; c) la revisión de la fórmula del Fone; d) el impulso el Acuerdo Nacional para la Capacitaci­ón del Magisterio; e) la creación la Academia Nacional de Directores; f) el establecim­iento de un sistema formal de rendición de cuentas para cada uno de los centros educativos; g) la actuación bajo el principio de capacitar primero y evaluar después… y muchos más.

Conclusión. La transición, según la Academia, es la “acción y efecto de pasar de un modo de ser o estar a otro distinto”. La Reforma Educativa es un conjunto de institucio­nes, sistemas, procedimie­ntos y programas que tienen distinto valor, peso y utilidad. Algunos de ellos se pueden cambiar modificand­o las leyes ya vigentes en el Congreso, pero otras requieren la intervenci­ón del Constituye­nte Permanente. Sólo en la campaña o en la emoción de la hora del triunfo se puede explicar el “borrar todo” o “no hay nada (en la reforma) que signifique mejorar la enseñanza”. El propio documento de las diez propuestas ya preveía que, dentro del periodo de transición, se empezaría de inmediato a integrar un equipo de trabajo conjunto con la SEP para conducir las acciones que permitan arrancar vigorosame­nte el primero de diciembre, o sea: pasar de un modo de ser a otro distinto.

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