El Mundial
Definitivamente en la industria de la televisión mexicana no existen la autocrítica, el pudor ni la dignidad. Y si no me cree, échele un ojo a la mayoría de los programas del Mundial después de la salida de México.
¡Se vinieron abajo! ¡Se les acabó el sentido! ¡Perdieron la brújula!
¿Pues no que íbamos a llegar a la final? Yo me quedé, entre groserías, que éramos la potencia de potencias, que íbamos a convertir en realidad nuestros sueños más ambiciosos, que éramos la revelación futbolística que el universo entero estaba esperando.
¿Con qué cara miran estos señores a la cámara después de eso? Entre esas mentiras y las promesas de los políticos que perdieron las elecciones el domingo pasado la única diferencia es la locación, porque la vanidad es la misma.
Ahí nadie se equivoca. Ahí a nadie se le llama la atención. Ahí a nadie se le castiga.
En un alto porcentaje de estas carísimas producciones el único debate se da cuando los conductores fingen que piensan diferente para entretener a las multitudes, para inventar un conflicto donde no lo hay, como en los peores talk show, como en los más patéticos programas de revista.
¿Usted no se siente medianamente engañado cuando mira los “prometedores” anuncios de algunos programas del Mundial y las notas son la sección de humor, la participación del mago y la colaboración de la chica sexy?
¿A quién le dan ganas de desvelarse, con el pretexto de Rusia 2018, para ver a un ilusionista?
Se supone que se está cubrien- do el máximo evento deportivo de la humanidad. Se supone que se está haciendo periodismo deportivo.
¿Qué tienen que ver las aventuras de una mujer intrépida con un Mundial de Futbol? ¿A qué vienen al caso los sketches de un montón de comediantes, unos más corrientes que otros, con lo que se tiene que decir y hacer en Rusia 2018?
Atrás de esto hay alguien muy viejo que se quedó obsesionado con lo que Imevisión hacía en los años 80, o alguien que no siente el más mínimo respeto ni por las audiencias ni por la fuente o alguien a quien se le cruzaron los cables de una manera demencial.
Porque no es lo mismo un programa de revista, formato que se merece todo nuestro respeto, con un ejercicio de periodismo deportivo del siglo XXI, ya no se diga con lo que es y debe ser una revista deportiva.
Estoy verdaderamente alarmado con lo que está quedando de la mayoría de los “grandes” programas del Mundial, sin importar marcas, canales ni plataformas (porque esto aplica hasta para la idealizadísima YouTube).
Sin la Selección Mexicana quedaron encuerados, sin discurso, sin nada qué decir, sin nada qué hacer.
Y yo no quiero estar en el momento en que sus jefes vean las facturas de los que se gastaron en ciudades como Moscú porque entonces sí va a arder Troya y mucha gente que ni la debe ni la tema se va a quedar sin trabajo para compensar las pérdidas.
¿No hubiera sido más fácil haber cubierto esto con mesura como en ESPN y Fox Sports?
¿No hubiera sido más redituable quedarse únicamente con la parte del periodismo deportivo y profundizar?
¿No hubiera sido mejor bajarle a la euforia y no crear expectativas donde no las había?
No sé qué me da más coraje si el despilfarro, el desperdicio de una oportunidad histórica o que, por decepciones como ésta, tarde o temprano el Mundial de Futbol, como los Juegos Olímpicos, terminará por retirarse de las grandes cadenas de televisión