Fiesta democrática vs. restauración autoritaria
El triunfo arrollador de AMLO y Morena casi aniquiló al PRI. Esa es la parte festiva. Se hizo con votos. En una elección democrática. El inmenso descontento contra una etapa de políticas neoliberales y contra la corrupción y la violencia fue canalizado por el liderazgo indiscutible de AMLO. Sus 30 millones de votos fueron transversales: jóvenes y viejos, con bajos y altos estudios, de ingresos inferiores a mil 500 a superiores a 12 mil pesos.
Curiosamente a muchos fanáticos de AMLO les disgusta ese triunfo democrático. Siguen añorando una ruptura “revolucionaria”. Descalifican esta y todas las contiendas electorales, aunque disfrutan de ellas, están en primera línea de la cargada. En este bloque están la mayoría de los saltimbanquis que se mudaron del PRD, con todo y “su ropa sucia”; los de la “izquierda” corrupta del PT y una intelectualidad doctrinaria repitiendo anacrónicos lugares comunes sin faltar todo tipo de bufones, disfrazados de moneros e historiadores.
Inesperadamente están en la cargada casi todos los de la “mafia del poder”. El Consejo Coordinador Empresarial, Claudio X. González, Alejandro Ramírez, María Aramburuzabala, Roberto Hernández declaran, firman desplegados, hacen spots apoyando, saludando y firmando acuerdos con AMLO.
Todos los gobernadores, los charros sindicales, incluyendo a Romero Deschamps, manifiestan su “institucionalidad” y celebran el triunfo del que hace apenas unos días consideraban “populista”.
También las cadenas televisivas, sus conductores y muchos “comentócratas” expresan su admiración por la “tenacidad” y liderazgo del candidato triunfador.
Toda esta avalancha de apoyos y de patéticas alabanzas me recuerda la “cargada” de apoyo al “señor presidente” de la era del echeverrismo. Las “cargadas” pueden tener múltiples lecturas. Una de ellas es el retorno a los rituales priistas, otra es la de una hábil maniobra de la “mafia del poder” para mantener su poderío y “seducir” al nuevo presidente, también puede leerse “como signo de madurez democrática”. En estos primeros días la moneda está en el aire. En una de esas me equivoco y el neoliberalismo asistencial se impone al echeverrismo tardío. M