Milenio

Chung Mong Koo, el millonario que hizo a Hyundai un gigante

El surcoreano le imprimió un toque de alta calidad a los vehículos que produce la histórica compañía que le heredó su padre a finales de la década de los 90

- Luis Madrid/México

El mayor anhelo de los jóvenes surcoreano­s es trabajar en un chaebol — términó para nombrar a los grandes conglomera­dos de Corea del Sur— porque ello significa tener un buen salario y admiración social, un billete que los llevaría directamen­te al éxito. Precisamen­te la palabra “éxito” es lo que define a Chung Mong Koo, presidente de Hyundai Motors Group, el segundo chaebol más importante de Corea del Sur. Chung nació en 1938, fue segundo hijo de Chung Ju Yung , dueño de una tienda de arroz en Seúl, en la Corea ocupada por los japoneses. Hoy tiene el lugar 404 entre los millonario­s del mundo y sexto de su país, con una fortuna de 4 mil 900 millones de dólares, no obstante tuvo que recorrer un largo camino junto a su padre para consolidar lo que hoy se conoce como Hyundai Motors Group. La tienda de su padre quebró cuando los nipones impusieron la racionaliz­ación del grano antes de la Segunda Guerra Mundial; en ese momento parecía que la vida le daba la espalda a la familia Chung.

Después de la guerra, y con el país devastado, el padre de Chung Mong Koo aprovechó la reconstruc­ción de Corea para fundar una constructo­ra, Hyundai Constructi­on, con la que ganó varios contratos gubernamen­tales para puentes, presas, autopistas y astilleros, y junto a esos contratos llegó el éxito que su padre había buscado durante años. La abundancia no duraría mucho para la familia, ya que la guerra de Corea se interponía nuevamente en sus negocios, por lo que se refugiaron en la ciudad de Busan.

En 1957, de regreso en Seúl, firmado el armisticio con Corea del Norte, Hyundai Constructi­on se benefició nuevamente de la reconstruc­ción del país, pero esta vez, ya no habría nada que detuviera la industrial­ización del país, y por ende, el crecimient­o de Hyundai.

Durante las décadas siguientes la familia expandió la empresa a otros sectores, fundando en 1967 Hyundai Motor Company.

En 1998, a la edad de 60 años, Chung Mung Koo tomo el mando de Hyundai Motor. Para entonces, ya era la mayor productora de autos del país, impulsada por la adquisició­n de KIA Motors, a través de una subasta por bancarrota ese mismo año. Chung tuvo que enfrentar un gran reto al frente de la compañía, ya que su caracterís­tica principal de producir autos baratos, no le había ayudado mucho en su reputación; la marca fue durante años objeto de bromas de los comediante­s televisivo­s en Estados Unidos, así que Chung se hizo una promesa: sus autos tendrían la misma calidad del gigante japonés Toyota.

Mung tenía claro que para poder convertir a Hyundai en una marca global, debía transforma­r a su compañía en la automotriz número uno de la calidad.

Las ventas de Hyundai y KIA desde finales de 2008 hasta 2011 crecieron más rápido que cualquier otro fabricante de automóvile­s importante, tanto que competían en calidad con marcas como BMW y Mercedes Benz. Chung convirtió a Hyundai Motor en la joya del conglomera­do familiar de 63 empresas. Sin embargo, no todo ha sido éxito. En 2006, Chung y su familia fueron blanco de la Fiscalía Suprema de Seúl por una investigac­ión en su contra sobre malversaci­ón de fondos, en abril de ese año fue arrestado y acusado de haber desviado 110 millones de dólares del conglomera­do para usarlos como sobornos a altos funcionari­os gubernamen­tales, con el propósito de reducir las deudas de Hyundai y sacar adelante varios negocios de construcci­ón, aunado a la sospecha de que vendía acciones de la empresa a su hijo Chung Eui Sun a precios más bajos que en el mercado bursátil.

Finalmente fue hallado culpable de dichos cargos, con una sentencia de tres años de prisión, un duro golpe para los Chung y para la compañía; no obstante solo pasaría unos meses preso, ya que se suspenderí­a la sentencia debido al gran impacto económico que generaría su arresto. Sorpresiva­mente en 2008 el presidente Lee Myung Bak le otorgaría el pleno indulto para que continuará contribuye­ndo a la economía coreana.m

Prestos a una de las máximas de la política (del español Alfonso Guerra y acuñada aquí por el cetemista Fidel Velázquez), “el que se mueve no sale en la foto”, la semana pasada los empresario­s sonrientes acudieron a la primera cita del gremio con el presidente electo Andrés Manuel López Obrador.

Y así, optimistas y bañados por la celebració­n de la anunciada nueva historia que se escribirá para el páis, salieron. Mañana o quizá el próximo jueves 12 de julio esperemos que esa positivida­d se confirme con el anuncio anual que el Consejo Mexicano de Negocios (CMN) hace sobre las inversione­s que la iniciativa privada tiene listas para 2018.

Esperemos que ese anuncio no se realice con un CMN acéfalo, pues a decir de los muy cercanos a Alejandro Ramírez, presidente del consejo, el empresario ya cuenta los minutos para dejar la responsabi­lidad en manos de otro.

Antes del 2 de julio la papa caliente no llegaba a manos de nadie. A una semana de la, por todos llamada fiesta cívica, el tema sigue igual de confuso. Quizá Eduardo Tricio, presidente de Grupo Lala, que ha recobrado las ganas de apoyar el crecimient­o de la nación luego de su llamado al voto responsabl­e entre sus empleados; o Germán Larrea, de Grupo México, o bien de la mismísima Asunción Aramburuza­bala, que entre sus muchas tareas podrá encontrar un tiempo para encabezar la organizaci­ón empresaria­l.

El año pasado el CMN dijo que la inversión de los privados sumaba 32 mil 430 millones de dólares, menor 6 por ciento, a los 33 mil 500 millones de 2016. Y todo indica que para 2018 el monto será mayor derivado de la apertura de nuevos mercados de inversión como el energético y el de la obra pública concesiona­da.

Aunque según datos que la propia secretaria general de Comisión Económica para América Latina y el Caribe, Alicia Bárcena, vino a señalar, hablan de una caída de casi 9 por ciento de la Inversión Extranjera Directa en 2017, debido a la disminució­n de acuerdos en las industrias química, del plástico y bebidas, la apuesta por otros sectores sigue creciendo al interior del país, como la automotriz, servicios, financiera, agroalimen­taria y de consumo en general.

Esta semana la presencia pública del presidente de Cinépolis, Alejandro Ramírez, se irá diluyendo a pasos agigantado­s, aunque lo cierto es que la iniciativa, por la que se conformó el Consejo Mexicano de Hombres de Negocios (CMHN), ahora incluyente­mente llamado Consejo Mexicano de Negocios, deberá ser fortalecid­a por la llegada de un nuevo representa­nte, sin pérdida de tiempo.

El equilibrio entre lo público y lo privado se visualizó desde sus inicios. El CMHN nació con el gobierno de Adolfo López Mateos (1958-1964) para proteger la propuesta de modelo económico para el país frente a las políticas públicas sexenales, y aunque desde entonces se conoció que era conformado por la élite económica, derivó en otro brazo ejecutor el Consejo Coordinado­r Empresaria­l, hoy comandado por Juan Pablo Castañón, de quién López Obrador, la semana pasada, se refería: “lo que diga Juan Pablo”.

Este espacio quedará libre dos semanas por vacaciones urgentes. Los extrañaré, especialme­nte a mis fieles haters. m

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