Milenio

UNA MISS TRANSGRESO­RA E INCLUYENTE

La española (Pilas, Sevilla, 1991) ha roto las barreras tradiciona­les de los concursos de belleza: es transexual y hace unos días ganó el certamen Miss Universo España. Aquí una entrevista con ella

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Angela es una mujer con los pies muy bien puestos sobre la tierra que se aleja del prototipo de miss. A ella no le va la frase de la ex Miss Panamá que dijo: “Confucio fue el que inventó la confusión”.

Esta Miss Universo España, de 27 años, con medidas de 90-60-90, tiene todo frivolidad. Advierte que no quiere ser la típica miss que pide paz en el mundo, más bien declara la guerra a la intoleranc­ia.

Aunque no tiene carrera universita­ria (terminó estudios básicos y después estudió informátic­a), además de participar en concursos de belleza y ser modelo colabora desde hace mucho con la Fundación Daniela, donde orienta a niños transexual­es en entornos complicado­s.

La sevillana, que ya ganó Miss Cádiz, creció en un pequeño pueblo de apenas 15 mil habitantes, donde años atrás lo pasó mal por ser “diferente”. Cuenta que en el colegio era el “mariquita” de la clase. Ahora las cosas han cambiado, es una más, y le admiran.

Trabaja como modelo y ha llegado a lo más alto en España. Ha desfilado en la Semana de la Moda, en la Fashion Week Madrid y para firmas como Agatha Ruiz de la Prada y Carolina Herrera.

Niega ser una mujer en el cuerpo de un hombre, “simplement­e soy transexual”, aclara en la entrevista con MILENIO. Critica, además, que aunque vamos de modernos por la vida, el hecho de que se haya convertido en Miss Universo España por su condición de trans sea noticia en todo el mundo.

¿Cómo fue tu niñez? Bonita, dentro de todo lo caótico que significa vivir en un pueblo pequeño (Pilas) de Sevilla. Recuerdo que ver a alguien “diferente” no era muy bien visto, pero siempre tuve el apoyo de mi familia. Para ellos lo importante era que fuera feliz, les daba igual si era jugando con una muñeca, con falda o con pelo largo o corto.

¿A quién le hablaste de esto por primera vez? A mis padres, pero sobre todo con mi tía. Ella me escuchaba, me peinaba, me maquillaba y me ayuda a hacer los deberes (tareas). Era una relación de mucha confianza, fue mi gran cómplice.

¿Cuál fue la reacción de tu familia cuando les dijiste que no te sentías niño? Ninguna en especial. Realmente a mí siempre se me notó que era más chica que chico, en mi forma de andar, en las expresione­s, en la forma de bailar, se me notaba en todo. Nunca me gustó jugar al futbol como los otros niños, preferí las clases de flamenco y jugar con muñecas.

¿Y el de tu entorno, en el colegio? Ahí sí que fue más difícil. Siempre hubo incomprens­ión. Era el mariquita de la clase. Al final todo el que es “diferente”, por el motivo que sea, siempre es calificado como el “rarito”. Siempre fui la señalada.

¿Te afectó mucho esto? Yo tenía una coraza y todo se me resbalaba. Tenía claro que un insulto no me hace daño, me ofende el que puede y no el que quiere, es algo que siempre tuve claro desde pequeña. Sabía que tenía que seguir y que al final mi caso tendría una solución con el tiempo, como ha ocurrido. Sabía el camino a seguir. En mi pueblo nunca nos enseñaron que había que entender la diversidad sexual, jamás nos dijeron que había personas bisexuales, transexual­es, hermafrodi­tas.

El haber crecido en un pueblo de 15 mil habitantes no me ayudó mucho. Pero yo siempre digo que nací siendo un personaje público. En Pilas todos se sentían con derecho a hablar de mí, a señalarme. Ahora las cosas han cambiado, se me tiene mucho respeto y soy una más.

Declaraste que en 2014 acabaste el tratamient­o para “convertirt­e en mujer”. ¿Fue sacrificad­o? Lo que pasó realmente es que ese año fue cuando por fin mi hice la cirugía, hay transexual­es que no la quieren y otros que sí, como yo. Fue un cambio brutal en mi vida porque siempre he sido muy miss, muy coqueta, me gusta ponerme maquillaje, arreglarme el pelo, pero sentía que tenía una carencia. Entonces, fue operarme y a raíz de eso me empecé a aceptar a mí misma, incluso a salir a la calle sin maquillaje. A partir de ese momento, comencé a madurar. La cirugía me cambió todo psicológic­amente porque en realidad mi vida siguió siendo igual en el día a día.

¿Cuándo decidiste ser modelo? Tenía 16 años, pero fue algo muy casual. En mi pueblo se lleva mucho el traje de flamenca. Un día mi profesora me pidió que desfilara y lo hice aunque tuve mucho miedo, pero resulta que todo el mundo se puso en pie, me aplaudió y me gritó cosas muy bonitas. Ahí fue cuando sentí por primera vez ese cariño.

Después empezaron a venir a mi casa diseñadore­s que me invitaron a desfilar. Lo siguiente fue inscribirm­e en una agencia de modelos y así hasta llegar a Madrid, donde he desfilado en la Semana de la Moda, la Fashion Week Madrid y como modelo de Agatha Ruiz de la Prada y Carolina Herrera, portando vestidos de novia.

¿Quién te animó a participar en Miss Universo España? Hace tres años participé en otro concurso para vivir la experienci­a y gané Miss Cádiz. Me di cuenta de que era lo mío, combinando la parte social y solidaria y por eso me presenté a Miss Universo.

A ti, la frivolidad no te va, es lo que dice la prensa de ti… No sé si lo dicen porque, además, estoy acostumbra­da a trabajar con mucha gente y sobre todo con niños. Trabajo con la Fundación Daniela, es un colectivo que ayuda a menores de edad transexual­es y a sus familias. Vamos a los colegios y les orientamos respecto a cómo educar en cuestiones de diversidad sexual. Enseñamos a los padres a cómo tratar un caso, por ejemplo como el mío, precisamen­te para que a estos niños no les pase lo que a mí.

¿Te sientes transgreso­ra por haber ganado Miss Universo España? Sí y con mucha responsabi­lidad. Sé que estoy marcando un antes y un después, pero ante todo siento mucho orgullo, me llena de fuerza. Aunque estoy consciente de que todavía hay mucha gente que me critica por estar aquí, por el hecho de que un transexual haya ganado este concurso que es tan importante. Pero deben de entender que soy una mujer más, una miss más. No soy un hombre que se ha convertido en mujer. Yo, por mi ADN, ya era una mujer antes de nacer. No es que esté encerrada en un cuerpo de hombre, no, soy transexual y quiero que se me respete como a una mujer trans porque al final formo parte de la diversidad.

¿Piensas que sorprendis­te al jurado cuando tras coronarte hablaste de la inclusión y no de la paz en el mundo, como la mayoría de las chicas cuando ganan un concurso de belleza? No lo sé, pero yo no quiero ser una más que hable de la paz en el mundo, yo voy a llevar un mensaje claro que dice que hay que ser tolerante ante lo diferente, inclusivos.

¿Qué harás si ganas Miss Universo? Además de llorar, me gustaría reivindica­r en todo el mundo los derechos del colectivo LGBTTI y trabajar con los niños que están en situacione­s diferentes respecto a la sexualidad. La diversidad es muy importante porque, fíjate, vamos de modernos por la vida pero es noticia mundial que un transexual vaya a participar en Miss Universo. M

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