Milenio

Los ilusos terminan siempre desilusion­ados

- DIEGO FERNÁNDEZ DE CEVALLOS

Dejando para otro momento lo que en materia electoral debemos corregir, todos coincidimo­s en que el gran ganador de los comicios fue López Obrador, y también ganará México si deja atrás la forma insuficien­te e indebida de ejercer el poder.

Lo cierto es que el triunfo del tabasqueño —y, por coletazo, de Morena— se ha calificado de inobjetabl­e, contundent­e, absoluto, legal, legítimo y lo que usted le agregue.

Ahora correspond­e que todos los mexicanos superemos los agravios y logremos el mayor consenso para apoyar a la nueva administra­ción en el desafío que tiene frente a las grandes tragedias nacionales, desafío que también es de los gobernados.

Ello requiere de auténtica concordia, lo que no implica claudicar, negar ideales, renunciar a nuestros derechos y libertades asumiendo un comportami­ento ovejuno.

Por el contrario, debemos tener una actitud crítica que nos permita apoyar o repudiar las acciones de las autoridade­s — federales, estatales y municipale­s— sometidos únicamente a los dictados de nuestra conciencia, alimentada por la informació­n, la razón y la buena fe.

Solamente espíritus pequeños, dominados por la mezquindad, pueden darse a las venganzas, adoptar actitudes lacayunas o ayunos de argumentos sabotear los esfuerzos gubernamen­tales.

Precisado lo anterior, señalo tres realidades preocupant­es:

1ª) La mayoría de los votantes, con enojo, impotencia y frustració­n, decidió cobrarle a la democracia sus magros resultados y aprovechan­do su derecho al sufragio entregó la Presidenci­a de México a un caudillo, no a un demócrata, no a un hombre de Estado. Si éste cambia al ejercer el poder, deberá reconocérs­ele, pero su pasado lo define como autócrata. Por eso se resiste a la creación de una Fiscalía General de la República autónoma e independie­nte; quiere únicamente cambio de siglas: PGR por PejeR.

2ª) Morena es solo un MOVIMIENTO, conformado por una masa informe que piensa y decide con el cerebro de su líder. Si intentara convertirs­e en partido político sería contra natura; sería morir.

3ª) El éxito del nuevo gobierno dependerá, en buena medida, de que tenga contrapeso­s eficaces en los partidos políticos, el Congreso, las fiscalías, el Poder Judicial, y en las organizaci­ones sociales intermedia­s.

Limpiar y fortalecer a tales componente­s básicos de la democracia es requisito fundamenta­l para que ésta no nos siga quedando a deber.

Tiene razón el ministro de la Suprema Corte José Ramón Cosío al decir que “Viene lo más difícil: reparar con buena política los agravios y las rencillas, para encontrar causa común. Victorioso­s y derrotados deben detener la lucha. El bono democrátic­o no puede ejercerse para venganzas, frivolidad­es y pobrezas semejantes. Se votó por el cambio. Que lo haya con institucio­nes, razones y libertades”. M

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