Ni Juan Trump ni Maduro
Un capítulo fundamental del próximo gobierno mexicano es el tipo de relación que decida llevar con el de Donald Trump. Hasta ahora, la transición con Washington ha sido tersa. La campaña que panistas y priistas quisieron inocular en el vecino país vendiendo la idea de que AMLO era “un peligro para los Estados Unidos” no prendió.
Creo que una forma de presentar al próximo presidente de México en Estados Unidos es afirmar que su programa de gobierno es mitad republicano y mitad demócrata.
La política de ingresos que ha delineado tiene claros fundamentos republicanos. No subir impuestos por arriba de la inflación y, más aún, bajarlos en algunas regiones como la zona fronteriza norte (IVA a 8%, ISR de 26%, gasolinas y luz eléctrica con tarifas similares a las de EU) es uno de los tradicionales planteamientos de los republicanos norteamericanos.
No endeudar al país, reducir el déficit presupuestal y recortar el gasto corriente gubernamental es otro de los irreductibles republicanos que está presente de manera central en el proyecto económico del próximo gobierno mexicano.
Lo mismo el planteamiento proteccionista y la visión de seguridad nacional con que se maneja la política energética y agropecuaria en la unión americana, donde los subsidios a los productores del campo y la regulación de la energía no son considerados populistas o antieconómicos.
Quizá por todas estas coincidencias programáticas, es que Donald Trump, según Americas Quarterly, llama íntimamente a AMLO como Juan Trump, por su etilo renegado de hacer política. Lo que en México se conoció como candidato antisistémico o políticamente incorrecto.
No solo el estilo personal de ambos presidentes es parecido, sino varios puntos de su programa económico son compatibles. Paradójicamente, la prioridad de ambos de anteponer sus respectivos mercados internos, podría facilitar un acuerdo sobre un TLC ajustado, donde medidas proteccionistas mutuas podrían negociarse en los próximos meses, sin romper el tratado.
Por supuesto también existen diferencias tan importantes y trascendentales como las coincidencias, como en el caso de la migración. Pero son motivo de otra reflexión.
La mitad demócrata de AMLO está en la política de egresos. Los ahorros que promoverá el próximo presidente de México son para incrementar y concentrar el gasto público en la política social. Inicialmente en dos programas insignia: la pensión universal a los adultos mayores y las becas laborales para estudiantes. Los requerimientos son de 253 mil millones de pesos por año. Esta presión fiscal se atenderá de tres maneras: recortando el gasto corriente, reduciendo los moches a tasa cero en las compras del sector público y combatiendo la evasión y la elusión fiscales.
Educación, salud, vivienda y bienestar social son los programas de AMLO el demócrata. En este sentido, más que hablar del regreso de la “rectoría económica del Estado”, lo que veremos en los próximos años es el inicio de la rectoría social del Estado para reducir desigualdad, marginación y pobreza en el país.
Republicano en el ingreso y Demócrata en el gasto es la imagen con la cual se podría caracterizar de manera válida al próximo presidente de México.
Ni Nicolás Maduro ni Daniel Ortega ni Evo Morales ni Lula Da Silva ni el Juan Trump de México son referentes válidos para entender a AMLO desde y para Estados Unidos. El Minotauro, mitad hombre y mitad toro, mitad luchador social y mitad administrador político, es quizá la mejor figura que podría describir al dirigente de masas que próximamente asumirá la Presidencia de México. M