México exporta… ¿mariguana?
Amenos que Belinda indique otra cosa, Olga Sánchez Cordero será la siguiente secretaria de Gobernación. La ex ministra votó a favor cuando la Suprema Corte falló por permitir el consumo lúdico de la cannabis, privilegiando la libertad personal sobre los daños a la salud. Aunque el fallo fue otorgado apenas a cuatro solicitantes y de manera individual, sin contemplar venta, distribución o suministro a terceros, el precedente jurídico estaba dado.
En la antesala de Bucareli, Sánchez Cordero va más allá, sugiriendo la legalización plena de la mariguana, así como de la siembra de la amapola para fines medicinales. A falta de conocer los detalles, y contemplando que la despenalización tiene en el país un 70 por ciento de desaprobación, México sería la segunda gran economía en legalizar el uso de la mota con fines recreativos, después de Canadá, y la cuarta, luego de India, Turquía y Australia, en sembrar amapola legal para el abastecimiento de la industria farmacéutica.
La propuesta hace sentido por todos lados: porque liberaría nuestros de por sí constreñidos recursos policiacos y carcelarios para el combate a crímenes de alto impacto social, como el secuestro, la trata o el asesinato. Porque tomaría el control de una industria hoy en manos del crimen organizado, regulando su consumo, recaudando cuantiosos impuestos y poniendo el énfasis en la salud pública. Porque podría servir de efectivo contrapeso a las inclinaciones policiaco-militares de la Casa Blanca, y porque los elevados precios del producto nos permitirían usar y desarrollar tecnología agrícola de punta. Esto, a corto plazo. A más largo, con los cuadros de la UNAM y de su red de universidades, México podría posicionarse como líder de las muy prometedoras investigaciones sobre los compuestos activos de la cannabis sativa, generando lucrativas patentes médicas e industriales.
Sí, Sánchez Cordero suena muy bien, pero en la otra esquina están la agónica añoranza por las caducas glorias de las repúblicas petroleras de los años 70, entre otros, Mondragón y Martínez, así que mejor esperemos sentados a ver de qué lado acaba mascando el pejelagarto. M