Milenio

Serena, ante Kerber

- Agencias/Londres, Ing. LA

Cuando el sábado la estadunide­nse Serena Williams y la alemana Angelique Kerber salten a la cancha central de Wimbledon en la final, se saludarán por segunda vez en este mismo escenario mirándose frente a frente, con la idea que el título puede marcar el futuro de ambas.

La germana vio cómo en la final de hace dos años, la norteameri­cana le arrebató el triunfo al superarla por 7-5 y 6-3. Ahora, tras vencer a la letona Jelena Ostapenko por 6-3 y 6-3 en una hora y ocho minutos en la semifinal, tiene una nueva oportunida­d para contar que algún día fue capaz de derrotarla en un territorio donde su siguiente rival se ha coronado en siete ocasiones.

“Tuve muchos problemas y lesiones, no es normal que esté en la final de Wimbledon”, dijo Serena después tras vencer a la germana Julia Görges, por 6-2 y 6-4 en una hora y 10 minutos. “Por eso quiero disfrutar cada momento”.

Kerber, de 30 años, impuso su experienci­a al intenso juego de Ostapenko y avanzó por segunda vez al duelo decisivo en la Catedral; será la cuarta final de Grand Slam que disputa, después de obtener hace dos años el título en el Abierto de Australia, ante Serena, y luego el del US Open.

Jelena, campeona de Roland Garros el año pasado, se convirtió en la primera letona en alcanzar las semifinale­s en el All England Club y le disputó a Kerber el lugar en la final con su estilo, con golpes en todo momento, sin miedo a fallar, pero con poco tino para terminar con 36 errores no forzados, por siete de su adversaria.

En su tercera semifinal de Wimbledon y séptima de un grande, la alemana le rompió el servicio a la letona en el séptimo juego (4-3) y de nuevo en el noveno (6-3) para ganar siete games consecutiv­os.

Ostapenko ganó el cuarto juego del segundo set para acercarse 3-1 y el séptimo (5-2), cuando registró su primer quiebre, pero ya era tarde para reaccionar porque la ex número uno del mundo no le concedió más oportunida­des.

Luchará por su tercera corona en un major y el título 12 de su carrera, el segundo en este 2018, después del logrado en Sídney, además, tiene asegurado el séptimo puesto del ranking y puede alcanzar el cuarto, si se corona.

Luego, Serena cumplió el guión, y aunque Görges se presentó en su primera semifinal de un Grand Slam con el mejor saque de Wimbledon, no pudo impedir su derrota, para que la estadunide­nse alcanzara la final en Londres por décima vez.

La germana llegó a semifinale­s con 46 aces, pero en el encuentro de la cancha central solo conectó tres y hasta perdió su saque en cuatro ocasiones.

Williams vuelve a la final de Wimbledon tras perderse el torneo el año pasado porque estaba embarazada, y disputar la última de un grande a principios del 2017 en Australia.

En caso de ganar su octavo título en el All England Club, superará a la alemana Steffi Graf, que alzó siete veces el Venus Rosewater Dish, como se conoce al trofeo para las monarcas en el major de pasto.

También empatará con la australian­a Margaret Court con 24 títulos del Grand Slam en su carrera. “Para ser sincera, no he pensado en eso durante el torneo, tal vez lo olvidé”, aseguró. “Creo que eso es bueno, me puse mucha presión cuando trataba de llegar a los 18 (grandes), luego el resto fue demasiado, pero no quiero limitarme”.

Además, la ex número uno recuperará posiciones en el ranking y del 181 en el que comenzó el torneo se moverá al sitio 28, y si consigue el título, subirá al 19.

Ante una jugadora siete años menor, Serena se movió con agilidad y sin el cansancio de los cuartos de final, cuando cedió el único set que ha perdido durante las dos semanas, contra la italiana Camila Giorgi.

La estadunide­nse solo tuvo un momento de duda, cuando en el noveno juego del segundo set, entregó su saque, lo recuperó a continuaci­ón y en blanco, para cortarle las alas a Görges en una tímida reacción, y saludar al público de la central, tras ganar un partido en el que solo cometió siete errores no forzados.

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