Milenio

¿Por qué cambiar lo que sí funciona?

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Estar de acuerdo en los cambios que el país necesita no es tema a discusión. Corrupción, corrupción y más corrupción es el cáncer generador de los grandes males nacionales.

Crimen y violencia, si bien son parte de la corrupción, también deben considerar­se como una acción que propician los criminales de manera unilateral y de graves consecuenc­ias. A los malos mexicanos no les interesa quién gobierne o qué proponga, mucho menos participar en pactos o negociacio­nes de paz o adherirse a una amnistía.

Los colaborado­res del próximo presidente deben ser muy cuidadosos con lo que proponen, ya que no deben hablar por su jefe hasta que comience su administra­ción. Deben recordar que ya no están en campaña, y si en ella no propusiero­n nada concreto en materia de seguridad, no veo por qué no esperan a que sean gobierno.

El país no se ha calmado ni siquiera con el triunfo de López Obrador. Los criminales no van a hacer lo que él diga. No lo ven como un líder, al contrario, lo ven como un factor de oportunida­d para seguir delinquien­do de la manera terrible como lo hacen. ¿Por qué? Al no entender que el nuevo gobierno debe confiar plenamente en la lealtad de los soldados de tierra, mar y aire les brinda una oportunida­d a los criminales de fortalecer­se.

Al no entender que, enviando señales de debilitami­ento en el presupuest­o, estructura, equipamien­to y certeza jurídica de las fuerzas armadas, les abre la “esperanza” a los criminales de que no tendrán frente que se les oponga.

La compra de nuevos y mejores helicópter­os para la Marina no es capricho de algunos almirantes, más bien correspond­e al poder con que deben enfrentar a los grupos criminales.

La seguridad sigue siendo la principal demanda ciudadana en México. El único que decidirá quiénes serán sus secretario­s de Defensa y Marina será el próximo presidente.

Ni idea tienen quienes escriben sobre grillas en Sedena o bien los que afirman que tal general será el nuevo secretario de la Defensa.

Ni idea tienen los que afirman que será un civil en una nueva secretaría que absorba también a la de Marina.

Por cierto, para que quede claro, ningún presidente desde hace 80 años ha despedido a su secretario de la Defensa.

Por supuesto que puede hacerlo; lo importante es que nunca ha sido necesario.

Lealtad y efectivida­d a toda prueba.

Gobierne quien gobierne. M

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