Milenio

El sospechoso mostraba sus manos, mientras ella lo enfocaba y él parecía negar su culpa; de nada sirvió

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La tragedia siguió su curso durante los primeros minutos del 30 de septiembre de 2016, sobre la calle Aldama, para culminar segundos después en Puente de Alvarado. Las imágenes continúan en la memoria de Kenya Cytlaly Cuevas Fuentes, quien captó las imágenes de su amiga Paola y la del presunto agresor, quien estaba a su lado.

Es apenas una pizca en la vida de esta mujer transgéner­o, con de 44 años, quien a los 9 salió de su casa, en un municipio del Estado de México, y durante un tiempo vivió en alcantaril­las de Paseo de la Reforma, en la capital del país, donde hizo su transición de hombre a mujer, pues empezó a vestirse como tal y a prostituir­se en los alrededore­s.

Hace 23 años estuvo en la cárcel por su adicción a las drogas y adquirió el virus del VIH, uno de los principale­s motivos por el que formó una asociación, Casa de las Muñecas, cuyo nombre nace de la costumbre que tenían ella y una amiga —ésta murió de la misma enfermedad que ella padece— cada vez que llegaban a casa y golpeaban la puerta: —¿Quién es? Y la otra contestaba: —Casa de las Muñecas. Y todo en su vida se acumuló desde el día que salió de su casa, hasta consolidar un proyecto que siempre tuvo en mente sin poder aterrizar.

Después de captar imágenes de su amiga y la del presunto asesino, que luego difundió por YouTube, Kenya Cytlaly Cuevas recibió amenazas por teléfono y un “regalo” con mensaje macabro.

Entonces tuvo que solicitar protección, misma que en enero pasado, después de un juicio, por fin le fue otorgada: un juez ordenó medidas cautelares de la procuradur­ía local, que comisionó a dos policías cuya labor finaliza en los límites de la entidad vecina con Ciudad de México. Pero habrá que retroceder. La noche que Paola fue asesinada, Kenya y Belinda permanecía­n cerca del edificio central de la delegación Cuauhtémoc; y en eso estaba cuando un auto plateado disminuyó la velocidad frente a la primera.

El del volante la llamó “flaquita” y le ofreció 200 pesos mientras agitaba unas llaves con sus dedos índice y pulgar.

—El hotel ya está pagado —insistió el cliente.

Kenya, alta y morena, negó su servicio y agradeció el ofrecimien­to. El automovili­sta hizo una mueca y aceleró hacia Puente de Alvarado.

En la esquina aguardaban Paola y Andrea. Esta última caminó hacia Kenya y Belinda. Las tres vieron cuando Paola abordaba el auto. Poco después escucharon gritos de auxilio y un disparo. A Casa de las Muñecas, nombre de la asociación civil, Kenya Cytlaly Cuevas agregó el de Tiresias y añadió una inscripció­n: “Para la inclusión de los servicios a poblacione­s en situación de calle y usuarios de drogas”.

Han pasado cerca de dos años de aquella tragedia, por la que Kenya acrecentó su activismo, cuyo germen empezó en la cárcel.

En ese lapso no ha dejado de insistir para que se resuelva el caso de su amiga Paola, pues el presunto homicida fue liberado; un mes después, no obstante, Kenya logró que le dictaran orden de aprehensió­n.

Fue en ese periodo cuando pidió protección, pero se la negaron, y pasaron varios meses para que un juez la autorizara; el pretexto para negársela fue que no podían resguardar a una trabajador­a sexual, pues “cómo nos íbamos a ver”, según le dijeron, y sus abogados argumentar­on que su vida peligraba como defensora.

En enero de 2017 hizo su cambio de identidad y la Procuradur­ía General de Justicia de Ciudad de México argumentó que la protección la había solicitado Jorge Armando Cuevas, como se llamaba, y no para Kenya Cytlaly, de modo que sus abogados metieron un amparo, pues se negaban proporcion­ar las medidas cautelares.

Hasta que el 30 de octubre del año pasado un juez ordenó a la procuradur­ía prestarle ayuda.

—¿Y por qué la protegen? —se le pregunta.

—Por presenciar un homicidio, el de Paola, y por amenazas de muerte recibidas en enero de 2017: me llevaron una corona de muerto con mi nombre a mi domicilio, en el Estado de México, y entonces se activó el mecanismo de protección, ya que demostré ser defensora de los derechos humanos durante ocho años.

Lo cierto es que Kenya —asegura ser “trabajador­a sexual desde los 9 años”— empezó a defender los derechos humanos desde que estuvo presa en el penal de Santa Martha Acatitla, de 2000 a 2010, cuando fue “acusada” por consumo de droga. La sentencia dictada era mayor pero ella logró defenderse, y salió libre en 2010, después de que, junto con otros internos, pidieron su testimonio para un

documental titulado “Dormitorio 10”, una celda donde las autoridade­s concentran a los presos con VIH. —Y ya se consolida el proyecto. —Sí, y lo daremos a conocer el próximo 19 de agosto, en la explanada del Teatro Blanquita; trabajamos con personas privadas de su libertad, las que viven con VIH, usuarios de drogas, la gente en situación de calle, trabajador­as sexuales y comunidad lésbico-gay; acompañamo­s a familiares de víctimas por crimen de odio... Pasada la medianoche de aquel septiembre de 2016, Kenya Cytlaly Cuevas preparó la cámara de su teléfono y mientras corría hacia el auto donde estaba Paola escuchó dos disparos. Enseguida accionó la cámara. Fue cuando vio derrumbada a su amiga Paola. Y soltó el llanto. Los alaridos de Kenya, sin dejar de enfocar el cuerpo inerte de su amiga y el rostro del presunto asesino, parecían no tener fin. Luego, corrió hacia la esquina de Aldama y Puente de Alvarado, donde sus amigas ya contactaba­n a una patrulla de la policía preventiva. Y comenzó el ulular mientras luces rojiazules centelleab­an en la oscuridad. Kenya gritaba que habían matado a Paola, sin dejar de enfocar con su teléfono, y asegura que Paola aún respiraba. El sospechoso mostraba sus manos, mientras Kenya lo enfocaba y otras personas lo miraban y él parecía negar su culpa; pero de nada sirvió y fue subido a la patrulla. Después sería encarcelad­o, pero quedaría libre. El argumento fue que no había pruebas suficiente­s para culparlo. La decisión de la autoridad judicial dejó una sombra de dudas, mientras las preguntas continuaba­n sobre Puente de Alvarado y entre las amigas de Paola cuyo cadáver, el día de su entierro, fue paseado en féretro sobre calles próximas al edificio delegacion­al. Kenya logró que se reabriera el caso. Dice que hay orden de aprehensió­n contra el culpable. M

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