Putin y Patán
abemos que Trump ordenó separar a los padres migrantes de sus hijos pequeños apenas cruzaran la frontera mexicana, encerrándolos por tiempo indefinido en condiciones infrahumanas y en la completa ignorancia de sus respectivos bienestares o paraderos. La acción, que acaba de ser echada abajo por la presión ciudadana, es apenas botón de muestra de una larga lista de infamias y desatinos del presidente gringo, aunque solo por ésta merecería convertirse en un paria entre los líderes de las naciones civilizadas.
Macron, May, Trudeau y, no lo olvidemos, Peña Nieto —vía Videgaray— comenzaron sus acercamientos con la Casa Blanca haciendo de las nubes terciopelo, solo para estrellarse al primer tuit. El único que ha domado a la bestia ha sido el presidente de todas las Rusias, y su hazaña no es misterio: Putin es agente de carrera de la vieja KGB soviética —ahora la GRU—, que hizo sus pininos en Alemania del Este. Sabe lo efectivas que son la manipulación, la extorsión, el espionaje y el chantaje, está ampliamente informado de las particularidades personales, políticas y económicas de sus interlocutores y es un maestro del juego largo: lo de las redes sociales es el colofón de un proceso que probablemente comenzó en los alrededores de 2014 para colocar a su hoy descarado patiño en la Casa Blanca.
Ayer Trump y Putin se reunieron en Helsinki. Los malpensados especulamos que la reunión fue una evaluación de desempeño y, de ser así, las notas serán estupendas: Trump aceptó la negación de Putin sobre su involucramiento en las pasadas elecciones gringas, molestándose con el veredicto contrario de sus agencias de inteligencia; la Unión Europea y la OTAN están bajo fuego; Washington ha entrado en confrontaciones tan ríspidas como innecesarias con sus aliados históricos que tardarán décadas en sanar; Corea se ha legitimado sin dar nada a cambio y China araña el trono de la supremacía mundial. Más lo que resulte tras el encuentro entre el agente Putin y un Trump emocionalmente débil e intelectualmente mal preparado que tiene a Estados Unidos en pie de guerra.
A pesar de todo, López Obrador lo ha invitado a su inauguración presidencial sin importarle nada de lo anterior y, peor, que entre los migrantes vejados haya niños mexicanos. M