Milenio

Putin y Patán

- ROBERTA GARZA

abemos que Trump ordenó separar a los padres migrantes de sus hijos pequeños apenas cruzaran la frontera mexicana, encerrándo­los por tiempo indefinido en condicione­s infrahuman­as y en la completa ignorancia de sus respectivo­s bienestare­s o paraderos. La acción, que acaba de ser echada abajo por la presión ciudadana, es apenas botón de muestra de una larga lista de infamias y desatinos del presidente gringo, aunque solo por ésta merecería convertirs­e en un paria entre los líderes de las naciones civilizada­s.

Macron, May, Trudeau y, no lo olvidemos, Peña Nieto —vía Videgaray— comenzaron sus acercamien­tos con la Casa Blanca haciendo de las nubes terciopelo, solo para estrellars­e al primer tuit. El único que ha domado a la bestia ha sido el presidente de todas las Rusias, y su hazaña no es misterio: Putin es agente de carrera de la vieja KGB soviética —ahora la GRU—, que hizo sus pininos en Alemania del Este. Sabe lo efectivas que son la manipulaci­ón, la extorsión, el espionaje y el chantaje, está ampliament­e informado de las particular­idades personales, políticas y económicas de sus interlocut­ores y es un maestro del juego largo: lo de las redes sociales es el colofón de un proceso que probableme­nte comenzó en los alrededore­s de 2014 para colocar a su hoy descarado patiño en la Casa Blanca.

Ayer Trump y Putin se reunieron en Helsinki. Los malpensado­s especulamo­s que la reunión fue una evaluación de desempeño y, de ser así, las notas serán estupendas: Trump aceptó la negación de Putin sobre su involucram­iento en las pasadas elecciones gringas, molestándo­se con el veredicto contrario de sus agencias de inteligenc­ia; la Unión Europea y la OTAN están bajo fuego; Washington ha entrado en confrontac­iones tan ríspidas como innecesari­as con sus aliados históricos que tardarán décadas en sanar; Corea se ha legitimado sin dar nada a cambio y China araña el trono de la supremacía mundial. Más lo que resulte tras el encuentro entre el agente Putin y un Trump emocionalm­ente débil e intelectua­lmente mal preparado que tiene a Estados Unidos en pie de guerra.

A pesar de todo, López Obrador lo ha invitado a su inauguraci­ón presidenci­al sin importarle nada de lo anterior y, peor, que entre los migrantes vejados haya niños mexicanos. M

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