Milenio

Wimbledon y Rusia 2018: lecciones para el futuro

- Kevin Anderson, en la final de Wimbledon ante Novak Djokovic Twitter@ACC_Castillo

Este fin de semana fuimos testigos de dos de las finales más importante­s en el mundo deportivo: la del Mundial de Futbol Rusia 2018 así como la de Wimbledon. En ambas, uno de los contendien­tes tuvo que luchar no solo contra el favorito, sino contra sí mismo al contar con un desgaste físico desproporc­ionado para poder llegar a la antesala por el título.

Y en ambos casos nos impidió ver lo que se termina pagando por un boleto en la final: el mayor espectácul­o posible entre dos guerreros.

En el caso del tenis, el sudafrican­o Kevin Anderson después de vencer en cuartos de final al primer sembrado y favorito, Roger Federer, en cinco sets (13-11 el quinto), tuvo que volver a jugar en la semifinal otra tanda de cinco sets ante el norteameri­cano John Isner, en un maratónico partido de seis horas y 37 minutos para poder agenciarse el último set 26-24.

Después de dicho desgaste Anderson no pudo ni meter las manos en la final y fue derrotado fácilmente en sets seguidos por Novak Djokovic. Al terminar el partido, Anderson dijo que nunca pudo recuperars­e del partido del viernes.

Si alguien piensa que sus declaracio­nes fueron solo un pretexto ante su derrota en la final, veamos lo que declaró Isner después de su partido contra Anderson: “necesitába­mos el tie-break en el último set porque hay que proteger a los tenistas. Hice todo lo necesario para poder jugar durante todas estas horas: bebidas, plátanos… pero no fue suficiente.”

La pregunta es: ¿quién quiere y puede estar casi siete horas seguidas viendo un partido de tenis en donde al final hay muchos más errores no forzados que tiros ganadores? Sería tanto como una pelea de box en donde se tiene que decidir por nocaut y vas en el round 28 y los dos siguen de pie aunque ya nadie tira golpes. ¿Eso es espectácul­o? ¿Es una forma sana de cuidar a los atletas?

En el caso del futbol es similar. No es lo mismo jugar un partido cada domingo, que siete durante un mes como le pasó a Croacia en su camino de disputarle el título este fin de semana a Francia en el Mundial de Rusia 2018.

Porque los croatas no solo jugaron 90 minutos más que los franceses, producto de enfrentar tres tiempos extras consecutiv­os, sino que además tuvieron un día menos de descanso que los franceses para jugar la final. A todas luces el esfuerzo para ganar en octavos de final, cuartos y semis, menguó su rendimient­o en la final.

¿Son necesarios 30 minutos de tiempos extras, cuando en un alargue ya solo se juega a no cometer errores o buscar uno del rival para matar el partido? ¿En verdad genera espectácul­o sin arriesgar el físico de los futbolista­s?

Ambos casos se dice que se van a revisar hacia el futuro. Pero más allá de que se hagan algunas modificaci­ones, considero que FIFA, como la mayoría de las federacion­es deportivas internacio­nales en el mundo, siguen sin querer modernizar su deporte en detrimento de los propios atletas y los espectador­es.

Qué interesant­e sería que un día pudiéramos observar un partido de futbol que se juega ahora con 10 jugadores y cinco cambios para que el juego fuese mucho más dinámico. O que el famoso VAR sancione a todos los jugadores que se inventan o exageran faltas. O que se parara el reloj de juego cada que el balón no está en disputa. O ya en una Liga, que una victoria de visitante te diera más puntos que una victoria normal, y si esa victoria es por más de dos goles te diera todavía un punto adicional. O que dejara de existir el empate y que en la instancia de penales el ganador se llevara dos puntos.

¿Qué se necesita para poder ver cambios como alguno de éstos? Algunos dirán que el VAR por sí mismo es una enorme aportación. Lo fue para poder marcar el fuera de lugar en un gol, pero se siguen marcando faltas inexistent­es como en el primer gol de Francia, o penales en donde es evidente que el balón fue a la mano y no la mano al balón.

En el Clásico Mundial de Beisbol, organizado por el sindicato de peloteros, me llamó la atención dos cambios en las reglas normales: la primera, que ante el empate en 10 entradas, en el inning 11 se iniciaba con hombres en primera y segunda base; la segunda, que después de determinad­o número de lanzamient­os el pitcher tenía que salir del campo.

Cuando pregunté por qué lo hacían así me dijeron: “Es para proteger a los lanzadores”. Antes de esa respuesta yo pensé que era para hacerlo más emocionant­e y más espectacul­ar, porque a partir de la decimoprim­era entrada todos iniciaban con hombres en base, o ante el dominio de un pitcher, tendrías que hacer una rotación completa y ahí podría venir una remontada al cambiar de lanzador de manera obligatori­a.

Hacer más interesant­e el juego y proteger al atleta se puede hacer de manera paralela. El deporte lo necesita y los atletas también.

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