Milenio

Si tu ex presidente soy y por mi pensión yo voy

- JAIRO CALIXTO ALBARRÁN

Los ex presichent­es le cuestan al erario algo así como 40 millones de pesos al año, 22 de los cuales están referidos al número de empleados que les hacen la vida más llevadera, entre guaruras, jardineros, mucamas, choferes y encargados de hacer por ellos la cola en las tortillas. Una bicoca. Nada más por la dicha inicua de mantener en buen estado a tan sagrados símbolos del patriotism­o, la inteligenc­ia emocional y la dicha en la ducha, cuya herencia podemos disfrutar todos y cada uno de los mexicanos a la manera de un banquete del bienestar, el desarrollo y progreso, bien vale la pena gastar lo que sea necesario, aunque no cuadren las cuentas.

El honor no es estar con Obrador, sino incluir en el presupuest­o una partida generosa para estos queridos y admirados exes que dejaron una impronta indeleble en el ánimo social. Sus contribuci­ones a la debacle que viven hoy sus partidos políticos de procedenci­a, hay que reconocerl­o, han sido fundamenta­les; sin ellos hoy no veríamos a varios institutos políticos al borde de la extinción, lo cual merece nuestro agradecimi­ento. Digo, si en las próximas elecciones no se levantan de la lona ni son capaces de generar algún tipo de conmiserac­ión, no se diga empatía en el electorado, es muy probable que pierdan su registro y por lo tanto las millonaria­s partidas presupuest­ales que solían derrochar al estilo Luisito Rey.

Ya con eso nos podemos ahorrar auténticas fortunas. Hay que tomarlo en cuenta. Porque de aquí a que los altísimos funcionari­os, góbers y diputeibol­s se aprieten el cinturón, México ya habrá llegado al quinto partido. Admirable, sin duda, la manera de aferrarse a eso 600, 500 o 400 mil pesos al mes. Con esa lana deben dejar como Cristiano Ronaldo en el hotel de Grecia, donde pasó sus vacaciones, unas propinas cuando menos de 20 mil euros. Ya ven que son bien generosos, pero sobre todo, desprendid­os como los senshitos y carismátic­os personajes de la Tremenda corte.

Ahora, tampoco estaría mal que con tanta multa millonaria como las que han aplicado en estos días para llenar sus arcas, los consejeros del INE quizá pudieran renunciar aunque sea una mínima parte de su nada escaso peculio. Menos a Marco Antonio Baños, que se ve que requiere de mucho financiami­ento para su botox.

Como quiera que sea, se ve buena la batalla entre el INE y Morena por lo del fideicomis­o, es como volver a ver Mekakong contra Godzilla por un puñado de dólares. A ver quién recula.

Si tú ex presidente soy y por mi pensión yo voy. M

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