Milenio

LA TRADUCTORA DE TRUMP, BUSCADA POR TODO WASHINGTON

No hubo más estadunide­nses en la reunión del republican­o con el líder ruso, lo que la hace una testigo invaluable

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Hace una semana nadie sabía quién era, pero el nombre de Marina Gross se ha convertido en uno de los más repetidos en los pasillos del Congreso de Estados Unidos, intrigado por las notas de la única estadunide­nse que acompañó al presidente Donald Trump en su larga reunión a solas con Vladímir Putin.

En un Washington obsesionad­o con la posibilida­d de que Trump hiciera promesas escandalos­as a Putin durante el encuentro de más de dos horas que ambos mantuviero­n el lunes en Helsinki, la veterana traductora del Departamen­to de Estado que acompañó al mandatario estadunide­nse ha cobrado un protagonis­mo inédito.

“Ella es la única testigo fiable de la conversaci­ón entre los dos líderes”, opinó el martes el congresist­a demócrata Bill Pascrell.

“Esta intérprete nos puede ayudar a determinar lo que el presidente compartió con Putin o le prometió”, tuiteó también la senadora demócrata Jeanne Shaheen.

Ese desmedido interés en el testimonio de Gross evidencia la desconfian­za de buena parte del aparato político estadunide­nse en la capacidad de Trump de ceñirse a la línea dura marcada por su gobierno hacia Rusia.

Pascrell, Shaheen y otros legislador­es demócratas exigieron que ambas cámaras del Congreso ordenaran que la intérprete comparecie­ra ante ellos a puerta cerrada para dar detalles sobre el encuentro en la capital finlandesa, o que al menos compartier­a sus notas de esa cita en la que solo ella y el traductor ruso acompañaro­n a Trump y Putin.

Sin embargo, la mayoría republican­a en el Comité de Inteligenc­ia de la Cá- mara baja votó ayer contra la solicitud demócrata. Además, el presidente del Comité de Relaciones Exteriores del Senado, Bob Corker, anunció que no planea exigir a Gross que les entregue sus notas del encuentro.

“Si empezamos a exigir las notas de los traductore­s, creo que estamos sentando un precedente que simplement­e no es adecuado, a no ser que se haya cometido algún crimen”, afirmó.

Pero Corker no descartó que pueda cambiar de opinión en los próximos días, y apuntó que primero quiere ver si los senadores pueden obtener más informació­n sobre el encuentro “por los canales normales”, durante una audiencia programada para el próximo miércoles con el secretario de Estado, Mike Pompeo.

John Beyrle, embajador de EU en Rusia entre 2008 y 2011, aseguró a la cadena CNN que probableme­nte los asesores de Trump en política exterior ya hablaron con Gross para “tener una idea de lo que pasó en esa reunión”.

En cualquier otro gobierno, recurrir al intérprete parecería una opción ridícula pudiendo preguntar al propio presidente, pero el sistema de comunicaci­ón entre la Casa Blanca, las agencias gubernamen­tales y el Congreso de EU no parece seguir las reglas habituales bajo el mandato de Trump.

Según el diario The Washington Post, altos funcionari­os del Pentágono siguen tratando de averiguar cuáles son los supuestos “acuerdos verbales” que, de acuerdo con el embajador ruso en EU, Anatoli Antónov, alcanzaron Trump y Putin en su cita.

El director nacional de Inteligenc­ia de EU, Dan Coats, reconoció ayer que no sabe de qué se habló en la reunión del lunes. m

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Demócratas han pedido que Marina Gross comparezca ante el Congreso.

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