Milenio

La jefa del campeón, HBO y el miedo a sentir

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Le quería escribir una crítica de la serie Sharp Objects (en español le pusieron Heridas abiertas) de HBO, pero no, voy a hacer algo mejor.

¿Qué? La voy a vincular a la telenovela La jefa del campeón de Televisa.

Creo que un título va a ayudar a explicar lo que está pasando con el otro y esta mezcla va a permitir reunir a las audiencias de la televisión abierta privada nacional con la de la televisión de paga premium.

HBO es lo máximo, una combinació­n de sistema de distribuci­ón de contenidos en línea, de canales de televisión de paga y de casas productora­s que crean contenidos originales incluso en México y otros países de América Latina.

Nadie habla de HBO, a menos que se trate de Game of Thrones, porque Netflix es lo de hoy.

Pero le doy mi palabra de que HBO sigue siendo un gran motor de la industria a nivel global.

La televisión que HBO comenzó a hacer en los 90, que no es muy distinta a la del segmento más gourmet del Netflix de hoy (porque Netflix tiene de todo para todos), tiene ciertas peculiarid­ades.

Para no hacerle el cuento largo, es una televisión de élite, para paladares exigentes que en lugar de gritos y sombrerazo­s quieren propuestas más intelectua­les, realizacio­nes más cinematogr­áficas y elencos de primerísim­o nivel, entre muchas otras cuestiones por el estilo.

Así como no es lo mismo ir a comer a Sanborns que a Pangea, no es lo mismo ver una telenovela de Las Estrellas que una serie de HBO.

Ojo: esto no significa que las enchiladas suizas de Sanborns no sean deliciosas. Significa que estamos hablando de audiencias diferentes, de experienci­as distintas.

Una telenovela de Televisa puede ser increíblem­ente disfrutabl­e pero sería injusto compararla con Westworld o Divorce, no se diga con las produccion­es latinoamer­icanas de esa misma compañía como Señor Ávila o El jardín de bronce.

¿Por qué le estoy contando todo esto? Porque este tipo de televisión (a la que oficialmen­te llamamos premium) ha contaminad­o a otras plataforma­s como la de la televisión abierta privada nacional.

Resultado: los productore­s de señales como Las Estrellas, con sus presupuest­os, sus libretos y sus elencos, en una suerte de complejo de clase, se han puesto a imitar a HBO, a Netflix y media humanidad.

Y muchas telenovela­s que podrían ser gloriosas acaban siendo como series de segunda tal y como sucede con La jefa del campeón, por mencionarl­e solo un ejemplo.

La jefa del campeón tiene un reparto maravillos­o, está escrita con unos textos geniales y tiene una producción finísima.

¿Cuál es la bronca? Que sus actores están entonados como en serie de HBO.

No sabe usted qué desgracia porque aquello, que tendría que ser melodramát­ico al extremo, acaba por volverse frío, distante, impersonal.

Sharp Objects es uno de los más recientes lanzamient­os de HBO, una serie de televisión premium de gente que ha estado involucrad­a en obras de una calidad tan alta como Big Little Lies y The Girlfriend Experience y con un reparto de puros actorazos del mejor cine de Hollywood como Amy Adams (La llegada).

Esto va a ganar premios porque va a ganar premios. Es divino. Punto.

Es la combinació­n de una historia de asesinos psicópatas tipo True Detective pero con otra historia de mujeres que están luchando por su empoderami­ento precisamen­te muy en el estilo de Big Little Lies.

No sabe usted qué obra de arte, qué propuesta estética, qué lenguaje tan visual y qué sublime ejercicio de intelectua­lidad.

El personaje principal se puede estar cortando los brazos para hacerse cicatrices pero su cara puede permanecer impávida todo el tiempo como en película sueca del Foro de Cineteca Nacional.

Esto, en HBO, es como para ir y darles el Emmy. En Televisa, aburre. No aplica. Allá el tono es otro y no porque su público valga menos. Es porque las caracterís­ticas de esa pantalla van hacia otro lado.

Si no me cree, acuérdese de los anuncios de la campaña Evita el drama del detergente Ariel donde una mamá, perfectame­nte bien entonada en melodrama, discute con sus hijos porque le lavó la camisa de la suerte al muchacho y la playera de unicornio a la muchacha.

¿Sabe usted lo que es para uno, como espectador, regresar de esa joya de comerciale­s para ver La jefa del campeón y escuchar a sus personajes hablando de dolor, prostituci­ón y cosas peores como si tuvieran diarrea y estuvieran apretando el ano?

¡No! En telenovela hay que gritar, hay que manotear, hay que sentir. La jefa del campeón, que tiene todo para triunfar, sería un cañonazo si fuera menos serie y más melodrama. ¿O usted qué opina?

Yo, por lo pronto, le recomiendo que luche por ver Sharp Objects en HBO y le suplico a los señores de la televisión abierta privada nacional que no se confundan, que se acepten como son y que no tengan miedo de sentir.

Cada ventana tiene su tono y su lenguaje. ¿A poco no?

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Aquello que tendría que ser dramático termina por volverse frío, distante, impersonal.
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