Trump quiere ahora que su segunda cumbre con Putin sea en la Casa Blanca entre septiembre y diciembre
Detractores, patéticos e inútiles; intentan sacrificar la relación: el líder ruso
La Casa Blanca rechazó una posible reciprocidad si juzgaba a agentes rusos por injerencia
Enplenapolémica por la cumbre con Vladímir Putin en Helsinki, el presidente estadunidense Donald Trump reveló que invitó a su par ruso a Washington antes de fin de año para “continuar el diálogo”.
Acusado por sus detractores, pero también por muchos legisladores del gobernante Partido Republicano, de haber sido demasiado conciliatorio con Putin, Trump arremetió contra los medios de comunicación por no haber destacado el “gran éxito” de la cumbre en Finlandia. “La cumbre con Rusia fue un gran éxito, excepto con el verdadero enemigo de la gente, los medios de noticias falsas”, tuiteó el mandatario.
En Moscú, Putin denunció la presencia de “fuerzas” en EU “dispuestas a sacrificar las relaciones ruso-estadunidenses en beneficio de sus ambiciones” tras la cumbre, y calificó a opositores a Trump de “gente patética e inútil”.
Mientras, el diario The New York Times afirmó que dos semanas antes de tomar posesión como presidente, los jefes de la Agencia Central de Inteligencia (CIA), el Buró Federal de Investigaciones (FBI), la Agencia de Seguridad Nacional (NSA) y el Cibercomando, la unidad de ciberguerra de las fuerzas armadas, así como el director nacional de Inteligencia, se reunieron con Trump en Nueva York y le presentaron evidencias de que Rusia había interferido en las elecciones. Sin embargo, 19 meses y medio después del encuentro, el mandatario no ha admitido la intervención de Moscú. La evidencia incluía textos y correos electrónicos de oficiales militares rusos e información obtenida de una fuente secreta cercana a Putin, quien había descrito a la CIA cómo el Kremlin decidió ejecutar su campaña de pirateo y desinformación. Según varias personas que asistieron a la reunión, Trump sonó convencido pero de mala gana, y desde entonces ha intentado ocultar los hallazgos muy claros que recibió el 6 de enero de 2017, que sus propios líderes de inteligencia han respaldado unánimemente. Tras aquel cónclave, el ex director del FBI, James Comey, le anunció a Trump la existencia del famoso Informe Steele, realizado por el ex espía británico Christopher Steele para la empresa Fusion GPS, en el que se afirma que el gobierno de Putin llevaba “investigando” su relación con Donald Trump desde hacía, al menos, cinco años.
El informe también declaraba que Rusia podía chantajear al entonces presidente electo de EU con videos en los que éste aparecía con prostitutas realizando lluvia amarilla, es decir, orinándoles encima. Las presuntas cintas habrían sido grabadas durante la visita de Trump a Moscú en 2013 para participar en el certamen de belleza Miss Universo, que entonces era de su propiedad.
The New York Times añade que Trump reaccionó a las informaciones con cierta incredulidad, aunque finalmente pareció concederles credibilidad, pero sin estar del todo convencido. Ese mismo día, el 6 de enero de 2017, Trump dijo que “Rusia, China, grupos de fuera, y otros países” estaban lanzando ataques contra EU, pero sin “ningún efecto en las elecciones”.
A quien sí afectó fue a los que se reunieron con Trump. Tres de los cuatro fueron cesados en los cinco meses posteriores a la jura del presidente. Solo Mike Rogers, el director de la NSA, que era también el máximo responsable del Cibercomando, aguantó hasta el pasado mayo. Aun así, Rogers ha declarado que no tiene la menor duda de que Rusia sigue interviniendo en la política interna de EU.
La Casa Blanca anunció que Trump rechazó una propuesta de Putin, que inicialmente había celebrado como “una oferta increíble”: la posibilidad de que EU interrogara a doce agentes rusos acusados de injerencia electoral, y Moscú hiciera lo mismo con estadunidenses “sospechosos”. m