La pinza constitucional del control
En un esquema predeterminado o para propósitos de distracción, López Obrador ha mantenido el control de la agenda mediática en el día con día. En algunos casos en respuesta a un diseño evidente y en otros como distractor ante coyunturas. En ambas situaciones lo ha hecho con éxito. Pero no nos perdamos en minucias históricas, como la resurrección de Manuel Bartlett o la llegada a Pemex del guardaespaldas financiero de AMLO. Ni a pie de página llegan de la historia. Las personas rara vez hacen constantes en las políticas públicas.
A 28 días de su inocuo discurso de triunfo hay que insistir en algunos principios y premisas de lo que se anticipa como su proyecto de administración y de política.
Es temerario especular sobre las intenciones detrás de una decisión política, en cualquier circunstancia. Pero varias de ellas sumadas desbrozan una senda de comportamiento y de resultados. Al margen de cualquiera que haya sido la intención. Se ha insistido, con razón, en que López Obrador hace lo que dice. Dijo que los 12 puntos iniciales eran suficientes para iniciar su Cuarta Transformación. Ha dicho, no se pierda de vista, que las transformaciones de fondo vendrán a la segunda mitad del sexenio. Al respecto ya adelantó un paso, que es todo lo relacionado con las Coordinaciones Estatales, la Coordinación de Coordinaciones dependiendo del presidente de la República y, por tanto, con cargo al Presupuesto y la sustitución de facto y en el terreno de la estructura de organización de Morena por un brazo administrativo dependiente del presidente AMLO.
Sin prejuzgar sobre las intenciones, si las hay, o se está ante un conjunto de ocurrencias coincidentes en un resultado, se encuentra la promesa de revocación del mandato, una oferta decampa ñaque se constitucional izaría apenas entre en funciones el próximo Congreso de la Unión con mayoría calificada a base de deserciones y compra de lealtades endebles. Es marginal, cuenta con mayoría calificada. Institucionalizada la consulta sobre la revocación del mandato presidencial, el paso siguiente es homologar las constituciones locales. Lo puede hacer. Tiene los congresos locales que arrasó en la elección pasada. Si así fuese, la consulta sobre la eventual revocación del mandato de gobernadores a la mitad de su gestión obligaría a que más de 10 de ellos, en funciones actualmente, efectuaran la consulta en 2019 o 2020. No hay que ser adivino, el resultado sería evidente: todos resultarían rechazados, con el peso del presidente de la República y del coordinador estatal correspondiente en su doble función gubernamental-partidaria.
No habría que recurrir a lo que hizo Lázaro Cárdenas y desaparecer poderes. La senda del control absoluto, real y formal de la política mexicana está dada y eso llevaría a una Cámara de Diputados intermedia en 2021 del orden del 70 por ciento de mayoría para Morena. Una ingeniería constitucional genial, pensada o no.
Quienes estén pensando en hacer una oposición inteligente al gobierno de AMLO tienen que olvidarse de la elección intermedia y, cabría decir, por esa razón, de las franquicias políticas actuales con registro. M